Milán, en comparación con otras ciudades italianas, no es de las mas bonitas ni cuenta con los atractivos artísticos de otras pero es un lugar agradable en el que pasar dos o tres días.
Es un importante nudo de comunicaciones para ir a las cercanas Bérgamo y Brescia en tren, servir de punto de partida para recorrer los lagos di Garda, Lugano y Como, iniciar una ruta por las regiones de la Lombardía y el norte de Emilia-Romagna o un gran circuito italiano con destino a las magníficas ciudades de Verona, Venecia, Pisa, Florencia, Génova... hasta enlazar con Francia vía Monte Carlo.
¿Qué ver?: El duomo, con una impresionante nave interior (la más grande junto con San Pedro en el Vaticano y la catedral de Sevilla) y sus figuras y agujas en el exterior (merece la pena gastarse el dinero para subir a su tejado y verlas de cerca). También hay que destacar el castillo Sforcesco cuyo parque y patios podemos visitar (¡¡¡gratis!!!). Ya fuera del centro merece la pena visitar el popular barrio de Navigli y los restos de los canales navegables que recorrían parte de Milán.
Sólo para entusiastas: En el castillo Sforcesco merece la pena visitar su museo (por cierto, muy barato) con una muestra de escultura gótica y renacentista (no hacerse ilusiones con la escultura de Miguel Ángel, está inacabada), pintura (fundamentalmente religiosa, aunque encontramos un par de buenos Canalettos), mobiliario e instrumentos musicales.
Al lado de la iglesia de santa María delle Grazie se encuentra la Última Cena de Leonardo da Vinci, pero para asegurarnos la visita hay que reservar con semanas de antelación o recurrir a la reventa que hacen algunos guías de grupos de las entradas que les sobran.
Arquitectónicamente son interesantes las Galerias Vittorio Emanuele, la Universidad y las iglesias de san Ambrosio, san Lorenzo (visita a los mosaicos sólo para los entusiastas), san Eustorgio, san Babila...
Se pueden visitar las pinacotecas de Breda y Ambrosiana, colecciones en las que podemos encontrar algunos cuadros de segundo orden y sobretodo pintura religiosa.
Los interesados también pueden ir a un concierto en la Scala o visitar su museo.
Lo más friky y/o kitsch: En el centro de las Galerias Vittorio Emanuele a veces se pueden ver a supersticiosos que giran sobre su talón encima de un mosaico para pedir un deseo. En el duomo afirman tener como reliquia un clavo (otro de tantos) de la cruz de Jesús. En la iglesia de san Bernardino existe una capilla recubierta de calaveras.
Nativos: En el centro de la ciudad, se les ve ir siempre con prisa y es increible la velocidad con la que se toman un café. ¡¡¡Mucho cuidado!!!... porque muchos desconocen que es hacer una cola y no tienen ningún perjuicio en colarse descaradamente. En la plaza del Duomo hay que estar vigilantes con unos que, sin preguntar, te meten migas de pan en la mano para atraer a las palomas y después te piden dinero, y con otros que "regalan" pulseras de la suerte. En los puntos de información turística o estaciones de tren hay que tener muy claro lo que se quiere hacer o preguntar, pues van a por faena. En la calle, como en muchos lugares, dependerá de con quien te encuentres pues hay quien te dará unas buenas indicaciones y quien hará como que no te ha visto o no te entiende.