El campanario y la cúpula de la catedral románico-normanda |
Palermo (Palermu),
capital de la provincia del mismo nombre y de la región de Sicilia, es una
ciudad que ha sufrido los vaivenes de la historia, alternando momentos de
esplendor económico y cultural, por ejemplo bajo las dominaciones musulmana y
normanda (siglos X a XII), con largos periodos en que los que languidece a la
espera de un nuevo resurgir.
Los contrastes son la norma en esta ciudad: la fachada desconchada de un palacio barroco puede esconder lujosos salones, mientras que una calle moderna es la entrada a mercadillos populares. Una visión superficial del lugar puede haberle dado fama de decadente y ruinosa, pero tal vez el problema es otro: las élites que construyeron los grandes palacios abandonados se marcharon hace tiempo y es más barato edificar a las afueras que reconstruirlos.
Los contrastes son la norma en esta ciudad: la fachada desconchada de un palacio barroco puede esconder lujosos salones, mientras que una calle moderna es la entrada a mercadillos populares. Una visión superficial del lugar puede haberle dado fama de decadente y ruinosa, pero tal vez el problema es otro: las élites que construyeron los grandes palacios abandonados se marcharon hace tiempo y es más barato edificar a las afueras que reconstruirlos.
Los aeropuertos de Palermo y Catania son dos de las principales entradas de los visitantes de la isla, pero también se puede llegar a ella en transbordador a Palermo desde Cerdeña, Civitavecchia (Roma), Génova, Livorno (Pisa), Nápoles o Messina (vía San Giovanni, Reggio de Calàbria y Salerno).
Desde allí se puede ir en transporte público a los principales destinos en el norte de la isla (Monreale, Cefalú, islas Eolias...) y continuar el recorrido por otros lugares de Sicilia (Agrigento, Catania, Mesina…).
Palazzo dei Normanni |
Mosaicos de la capilla Palatina |
¿Qué ver?: Desde piazza
Independenza se entra al palazzo dei Normanni, antigua
residencia real sometida a desiguales reformas (entre el siglo XVI y el XVIII,
actualmente sede del Parlamento regional), cuyas paredes esconden la cappella Palatina (XII, románico siciliano) que fusiona
armoniosamente la decoración árabe (artesanos del techo) y los impresionantes mosaicos
bizantinos, como los que también podemos ver en la sala del rey Ruggero.
San Giovanni degli Eremite |
Muy
cerca se puede visitar otra muestra del románico siciliano: la iglesia de san Giovanni
degli Eremite (XII) con sus
cúpulas rojas, un bello claustro (XIII)
y los restos de la mezquita precedente.
Lateral del duomo |
Tomando corso Vittorio Emanuele se llega a la catedral de santa Vergine Maria Assunta (siglo XII, románico siciliano) cuyo ábside y fachada principal tienen influencias árabe-normandas, e
integra un interesante pórtico gótico-catalán (XV). El interior fue
desmantelado en una reforma posterior y sólo conserva de la época medieval la cripta y las capillas con sepulcros reales.
Iglesia de san Cataldo, típica del románico normando siciliano |
Si se sigue hacia la piazza Vigliena o Quattro Canti y girando a la derecha por
Via Maqueda, se pueden ver el Ayuntamiento, la fontana Pretoria (transportada desde Florencia a Palermo en el
siglo XVI) y la piazza Bellini, donde se
encuentran las iglesias de santa Maria dell'Ammiraglio o della
Martorana (mosaicos bizantinos y campanario
medieval) y san Cataldo (tres cúpulas rojas), ambas del siglo XII.
Volviendo otra vez a corso Vittorio Emanuele, en los cercanos giardino Garibaldi se encuentra el palazzo Chiaramonte (principios del siglo XIV, gótico) y el cercano palazzo Abbatellis (finales del XV, gótico-catalán, sede de la Galleria Regionale Siciliana).
Desde allí estamos muy cerca del antiguo puerto de la ciudad, la Cala, y de la iglesia de santa Maria della Catena (XVI, transición del gótico al renacentista).
Fuera de los circuitos habituales y alejados de las calles céntricas destacan el castello della Zisa (castillo árabe) y la Cuba (palacete románico siciliano), ambos del siglo XII.
Sólo para entusiastas: Entre los museos de Palermo pueden resultar de interés el Arqueológico Regional A. Salinas, el de Arte Moderno y Contemporáneo y el de marionetas Antonio Pasqualino (“pupi” sicilianas).
Volviendo otra vez a corso Vittorio Emanuele, en los cercanos giardino Garibaldi se encuentra el palazzo Chiaramonte (principios del siglo XIV, gótico) y el cercano palazzo Abbatellis (finales del XV, gótico-catalán, sede de la Galleria Regionale Siciliana).
Desde allí estamos muy cerca del antiguo puerto de la ciudad, la Cala, y de la iglesia de santa Maria della Catena (XVI, transición del gótico al renacentista).
Fuera de los circuitos habituales y alejados de las calles céntricas destacan el castello della Zisa (castillo árabe) y la Cuba (palacete románico siciliano), ambos del siglo XII.
Sólo para entusiastas: Entre los museos de Palermo pueden resultar de interés el Arqueológico Regional A. Salinas, el de Arte Moderno y Contemporáneo y el de marionetas Antonio Pasqualino (“pupi” sicilianas).
Si bien hasta ahora nos hemos referido a las
originales iglesias de estilo árabe-normando, no es menos cierto que Palermo
cuenta con otras en su particular versión del barroco siciliano (siglos XVII y
XVIII): iglesias de san Domenico, san Salvatore, Gesú (fachada renacentista
e interior barroco)… También se puede ir a la iglesia y el claustro de la Trinità
(o La Magione, siglo XII) y a san Francesco d'Assisi (estilo gótico).
El centro de la ciudad está ocupado por innumerables palacios barrocos privados, en mejor o peor estado de conservación, pero muy pocos admiten visitas. El palazzo Alliata di Villafranca en piazza Bologni (sala de exposiciones temporales) o el palazzo Comitini son algunas de la excepciones.
Otros lugares reconocidos a nivel europeo son el Teatro Massimo (ópera de estilo neoclásico, siglo XIX) y el Jardín Botánico.
Totalmente prescindible: Uno de los atractivos con los que Palermo se “vende” turísticamente es la presencia del estilo liberty (modernismo o art nouveau) en algunas de sus edificaciones. O bien no tuve suerte o, en comparación con otros lugares, no resultan llamativas, pero lo cierto es que están reconocidas dentro de la ruta europea del modernismo.
Lo más friki y/o kitsch: Por ideas preconcebidas sobre la ciudad pensaba encontrar más cosas, pero lo único que llama la atención en este apartado son los recurrentes recuerdos para turistas y las catacumbas del convento dei Cappuccini (momias y enterramientos de los últimos cinco siglos).
¿Dónde comer?: Dejando a un lado los restaurantes más turísticos, situados en via Bottai o en las calles enfrente al Teatro Massimo, pueden encontrarse algunos establecimientos que venden la comida al peso, por ejemplo en via Vittorio Emanuele, cerca de la catedral. En el mismo centro de la piazza Indipendenza, el bar Santoros es una pastelería genial.
Pero sin lugar a dudas los mercados son uno de los mejores lugares para comer, y al más original que encontré se llega desde via Roma número 270 (a la altura de una iglesia cercana a via Vittorio Emanuele) bajando por unas escaleras (Discesa Caracciolo Vicerè), donde al atardecer cocinan, a la brasa y al aire libre, verduras, carnes, pescados… y lo que creo que fueron intestinos de cordero. Una experiencia curiosa.
El centro de la ciudad está ocupado por innumerables palacios barrocos privados, en mejor o peor estado de conservación, pero muy pocos admiten visitas. El palazzo Alliata di Villafranca en piazza Bologni (sala de exposiciones temporales) o el palazzo Comitini son algunas de la excepciones.
Otros lugares reconocidos a nivel europeo son el Teatro Massimo (ópera de estilo neoclásico, siglo XIX) y el Jardín Botánico.
Totalmente prescindible: Uno de los atractivos con los que Palermo se “vende” turísticamente es la presencia del estilo liberty (modernismo o art nouveau) en algunas de sus edificaciones. O bien no tuve suerte o, en comparación con otros lugares, no resultan llamativas, pero lo cierto es que están reconocidas dentro de la ruta europea del modernismo.
Lo más friki y/o kitsch: Por ideas preconcebidas sobre la ciudad pensaba encontrar más cosas, pero lo único que llama la atención en este apartado son los recurrentes recuerdos para turistas y las catacumbas del convento dei Cappuccini (momias y enterramientos de los últimos cinco siglos).
¿Dónde comer?: Dejando a un lado los restaurantes más turísticos, situados en via Bottai o en las calles enfrente al Teatro Massimo, pueden encontrarse algunos establecimientos que venden la comida al peso, por ejemplo en via Vittorio Emanuele, cerca de la catedral. En el mismo centro de la piazza Indipendenza, el bar Santoros es una pastelería genial.
Pero sin lugar a dudas los mercados son uno de los mejores lugares para comer, y al más original que encontré se llega desde via Roma número 270 (a la altura de una iglesia cercana a via Vittorio Emanuele) bajando por unas escaleras (Discesa Caracciolo Vicerè), donde al atardecer cocinan, a la brasa y al aire libre, verduras, carnes, pescados… y lo que creo que fueron intestinos de cordero. Una experiencia curiosa.
No hay comentarios :
Publicar un comentario