sábado, 15 de agosto de 2009

Oostende - Ostende



Las reformas de principios del siglo XX hicieron destruyeron el pasado de Ostende como fortaleza amurallada surcada por canales. Las dos guerras mundiales también acabaron con gran parte del encanto que tenía para la burguesía, que la había convertido en su destino de playa en la costa de Bélgica. La posterior reconstrucción tampoco fue generosa con la ciudad dando como resultado unas calles con el típico trazado y edificios de cualquier población turística. Pese a todo, seguramente en ella pueden encontrarse actividades y lugares de interés.

Ostende se encuentra muy cerca de Brujas, por lo que es posible ir en tren o incluso hacer una ruta en tranvía por la costa flamenca, visitando otras localidades: Knokke-Heist, Duinbergen, Zeebruges, Blankenberge, De Haan, Wenduine, Bredene, Middelkerke, Westende, Nieuwpoort, Oostduinkerke, Koksijde, Sint Idesbald, De Panne.

¿Qué ver?: Lo que hace singular a la ciudad es que parte de su puertos deportivos y pesqueros, restos de los antiguos canales que surcaban la ciudad, se adentran en la ciudad, por lo que no hay que dejar de pasear por las calles que dan a sus muelles: Vissersplein, Visserskaai, Sir Winston, Vindictivelaan, Leopold III Lann, permaneciendo atentos al movimiento de sus puentes para permitir la salida de los barcos.

También hay que recorrer la playa entre el
Balneario y las Galerías Reales, viendo las casetas de baño inspiradas en las de principios del siglo pasado.


Finalmente, hay que acercarse hasta los parques de Leopold Park para ver un bonito reloj floral y el de Koningsparck para ver un interesante jardín japonés.

Sólo para entusiastas: La vinculación de la ciudad con el mar se aprecia en el hecho que dos de sus monumentos más importantes son barcos: el Mercator, un navío de tres mástiles conservado en su estado original y L'Amandine un pesquero que surcaba los mares de Islandia. Para profundizar en la relación de sus habitantes con el mar se puede ir al Museo de Historia Local De Plate.

En el
Raversijde podemos ver restos arqueológicos de un poblado medieval; el palacio Memoriaal Prins Karen con colecciones de cuadros y una exposición biográfica sobre el príncipe que lo habitó; y el Atlantikwall, conjunto de fortificaciones de las dos guerras mundiales.

En el otro extremo de la ciudad también encontramos un
Fuerte pentagonal de las guerras napoleónicas y algunas casamatas de defensa costera del siglo XX.

Si se viaja con niños y llueve, puede aprovecharse el día para ir al
Earth Explorer, un museo de la ciencia que combina pequeños experimentos y atracciones relacionados con el fuego, huracanes, los volcanes y terremotos…

La ciudad cuenta con otro gran parque: el
Maria Hendrikapark e incluso un Hipódromo Wellington.

La
iglesia de saints Pierre et Paul es una reciente construcción neogótica, que esconde, detrás del ábside, la verdaderamente interesante Torre. Otras iglesias en la ciudad son la des Capucins, Notre Dame des Dunes

Totalmente prescindible: El Acuario del Mar de Norte situado en el puerto.


Lo más friky y/o kitsch: En la Wapen-plein se eleva la tour du Carrillon y el centro comercial anexo que imitan burdamente los ayuntamientos y torres típicas de Flandes.

¿Dónde comer?: Uno de los lugares más originales son los puestos de pescado y mariscos en el muelle de Visserkaai.

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