Ir a sitios interesantes, sin gastar mucho y por tus propios medios es posible. Vive siempre una aventura, en un destino cercano o exótico, porque eso diferencia a un viajero de un turista
domingo, 23 de junio de 2019
Mitos, y realidades, de Marrakech y el sur del Atlas
Murallas de Marrakech
El sur de Marruecos es uno de esos lugares de la geografía mundial que evocan exotismo y, sin ninguna duda, posee todos los ingredientes para ello: está en los límites de la cuenca mediterránea, es la antesala del Sahara y, más allá, se extiende la verdadera África profunda.
No quisiéramos estropear esa imagen pero nos tocará desmontar algunas leyendas. Tendemos a que nuestras experiencias se ajusten a ideas preconcebidas y, porque no decirlo, un tanto literarias cuando el mundo avanza y está lleno de contrastes.
Djemaa el Fna
La plaza al anochecer
El primero lo vivimos durante el aterrizaje: el trazado de las avenidas periféricas de Marrakech (مراكش, ⴰⵎⵓⵔⴰⴽⵓⵛ) se asemeja al de cualquier ciudad europea, mientras que el corazón de la medina, Djemaa el Fna (Jamaa el Fna, Yamaa el Fna, Jemaa el Fna), está en las antípodas. La fisonomía de la plaza cambia según la hora del día, transformándose de zona de descarga a mercado y, después, en restaurantes sin perder su condición de lugar de encuentro y ocio de los grupos reunidos alrededor de cuentacuentos, músicos, juegos de destreza, mujeres que dibujan con henna… o quienes ofrecen gafas de realidad virtual.
Minarete almohade
Mezquita de la Kutubia
Desde allí se ve el minarete almohade de la mezquita de la Kutubia (Koutoubia, Kutubiya, siglo XII) que inspiró la Giralda de Sevilla. El acceso al interior está reservado a la práctica del culto, por lo que nos contentaremos contemplando los arcos ribeteados desde distintos ángulos y mencionaremos que, invisibles desde el suelo, las placas solares instaladas en el techo generan la electricidad que consume.
Una sucesión de callejuelas y recovecos, al norte de Djemaa el Fna, acogen el zoco en el que, tal y como descubrimos, es fácil desorientarse y caminar en círculo. En el abigarrado bazar conviven los establecimientos de recuerdos con tiendas donde los vecinos proveen sus necesidades o sencillos puestos sobre una caja de cartón y, si algo nos sorprendió, fue el continuo trasiego de personas, carretillas, bicicletas o motocarros con mercancías de un lado para otro.
Marrakech Museum
Finalmente aparecimos en la plaza del Marrakech Museum (es más interesante el palacete del siglo XX que la colección), la mezquita y los patios de la madrasa de Ben Youssef (XVI, escuela coránica) que no pudimos visitar porque estaban de reformas (año 2019).
Trabajo en la tenería
Los mercadillos, negocios y talleres de reparación al aire libre desbordan los límites del zoco y, por las calles Bin Lafnadek y Bab El Debbagh, más rectas y anchas que el resto, llegamos al barrio de los curtidores. Nos hubiera bastado con lo entrevisto a través de las puertas de las tenerías o de los desvencijados almacenes donde giraban bombos o lavadoras de pieles, pero un hombre se ofreció a explicarnos el proceso de elaboración del cuero, lo perjudicial que es para la salud de los trabajadores, nos arrastró al comercio de un paisano y nos esperó a la salida para recibir la propina.
Techo en sala noble de Dar Si Said
Artesonado de Dar Si Said
En el casco histórico también hay una barriada más tranquila e, igualmente, laberíntica en la que alguna señal nos encaminó al palacio Dar Si Said (siglo XIX, museo del tejido y del tapiz), una de las contadas residencias tradicionales que ha escapado de la reconversión en hotel. Las estancias son representativas del estilo de vida de la clase alta, con refinados estucos y techos de madera, y tiene dos patios en los que la cerámica de uno se confronta con la vegetación del otro.
El palacio Bahia (siglo XIX) es el prototipo de gran riad: un gran claustro y otros recoletos jardines envueltos por múltiples dependencias y habitaciones. Como en Dar Si Said, los artesonados de madera, las pinturas de las puertas, las celosías o alicatados nos aproximan al lujo originario.
Ruinas de El Badi
Palacio El Badi
Aunque su estado es de absoluta ruina, nuestra próxima parada fue una de las maravillas de su época: el palacio El Badi (El Badiî o El Badia, siglo XVI). El esqueleto de los altos muros de tapial (barro prensado) rodea la inmensa explanada dividida por una lámina de agua y los plantíos de naranjos. Justo detrás están el Palacio Real y el parque Agdal (cerrados al público).
Techos de las tumbas saadíes
Columnas de las tumbas saadíes
Arabescos en yeso
La Mezquita Moulay El Yazid (siglos XII y XVI), nos sirvió de punto de referencia para entrar a las Tumbas saadíes (XVI), el mausoleo familiar del sultán que construyó El Badi que, gracias a permanecer olvidado durante dos siglos, conserva las cúpulas de madera tallada sostenida por columnas de mármol y las paredes revestidas de azulejos y arabescos.
Bab Agnaou Bab
Aprovechando la proximidad, salimos de la ciudad antigua declarada Patrimonio de la Humanidad por la puerta almohade Bab Agnaou Bab (o Agnaw, siglo XII), abierta en la muralla de arcilla rojiza y flanqueada por centenares de torres. Inexorablemente, los hoteles, centros comerciales y casinos está ganando los terrenos de cultivo y olivares entre el pórtico y los jardines de la Menara (XVI, pabellón de verano de la dinastía saadí).
Majorelle
Jardín de Majorelle
La villa art déco y el jardín botánico Majorelle (siglo XX, rescatada del abandono por Yves Saint-Laurent) también está extramuros de la puerta Bab Nkob. Como en el caso de Menara, nuestro consejo es ir en taxi pues los trayectos no son ninguna maravilla y no hay indicadores que orienten.
A partir de aquí, cada cual decidirá qué hacer fuera de Marrakech. Las empresas ofrecen excursiones de un día a Esauira, en la costa atlántica, o a los pueblos de las montañas, sinónimo de una agotadora ida y vuelta para poca cosa. Las alternativas más factibles son alquilar un coche, haciendo el itinerario a nuestro gusto, o contratar un circuito con conductor y alojamiento incluido.
Carretera del Atlas
Cordillera del Atlas
Pueblo típico del Atlas
Mujeres lavando ropa
Nuestro plan proseguía hacia al sur, cruzando la cordillera del Atlas. La existencia cotidiana se revelaba en los pequeños asentamientos de casas de piedra, donde las mujeres lavaban la ropa en el río o recolectan hierba.
Paisajes semidesérticos al sur del Atlas
Dejamos a un lado el puerto de montaña de Tichka Tizin y descendimos a un territorio semidesértico que se vende al viajero como la ruta de las caravanas y las mil kasbahs que, en su forma más perfecta, son construcciones de adobe con patio en el medio y altas torres en cada esquina. En algún momento existió ese número de caseríos fortificados por los clanes pero, la realidad es que la arquitectura tradicional en barro se ha perdido por los cambios en la sociadad.
Ksar de Ait Ben Hadu
Una oportunidad de ver un conjunto completo es el Ksar de Ait Ben Hadu (siglo XVII en adelante) en Aït Benhaddou (Ath Benhadu, Aït Ben Haddou, ت بن حدّو, ⴰⵢⵜ ⴱⴻⵏⵃⴰⴷⴷⵓ). Pese a ser Patrimonio de la Humanidad y los esfuerzos de los lugareños para restaurarlo, restos de decorados cinematográficos, ajenos al monumento, han quedado abandonados allí desde hace años.
Planta termosolar
Atlas Studios
Esto último nos sirve para comentar que la región ha sido escenario de muchas películas y Uarzazate (Ouarazate, Ouarzaza, Warzazat, وارزازات, ⵡⴰⵔⵣⴰⵣⴰⵜ ) es la sede de los Atlas Studios. La alcazaba de Taourit (siglos XVII-XX) es lo único que perdura del pasado en contraposición, ya a las afueras, de la innovadora planta de energía termosolar de las afueras y del embalse en el que desagua el río Dades, del que hablaremos al final de este periplo.
Cañón del Draa
Palmeral del valle del Draa
Casba de Agdz
Kasbah en ruinas
Del pantano nace un nuevo arroyo que, tras discurrir unos kilómetros por un barranco, riega el fértil valle del Draa y los palmerales de Agdz (أگدز, ⴰⴳⴷⴻⵣ). Aquí se plantea el dilema del futuro de las casbas con toda la crudeza: ser remozadas, con un aspecto más o menos fiel, como hoteles o desmoronarse como las de otros poblados y, en esa tesitura, estaba las de Tamnougalt y Timiderte.
Paisajes del sur de Marruecos
Rissani
Continuamos hasta Rissani (الريصاني, ⵔⵉⵙⵙⴰⵏⵉ) y la tónica general durante el camino fue hallar gente a pie, en burro o descansando, en parajes que no daban pistas sobre su origen ni su destino. Lo más sencillo es decir que transitaban las primitivas sendas de las caravanas para ir a las animadas ferias de ganado y los mercados. Viniendo de la envejecida Europa, nos asombró el trajín y el gran número de jóvenes y niños en las villas.
Merzouga con ErgChebbi al fondo
Para acabar la jornada, nos detenemos en Merzouga (مرزوقة, ⵎⴰⵔⵣⵓⴳⴰ), que nos servirá de base para recorrer los alrededores. Después del primer instante de fascinación, nos invadió la sensación de que es un parque de atracciones en el que no se nota demasiado que lo es. Seguramente hay lugares más auténticos pero se los dejamos a quienes tengan un mayor espíritu de aventurero.
Erg Chebbi
Dunas de Erg Chebbi
El principal atractivo es Erg Chebbi (عرج شبي), un sistema de altas dunas y no demasiado extenso que adquiere diferentes tonalidades rojizas según la posición del sol. Sobre las dimensiones diremos que, desde cualquiera de los montículos, se divisaba los alminares de las localidades circundantes.
La presión turística estaba afectando a su encanto y el gobierno ha tomado cartas en el asunto y ha prohibido o limitado los abusos. Desgraciadamente, nosotros estuvimos cuando las arenas estaban holladas por las roderas de todoterrenos, quads… y sólo internándonos en dromedario vimos tierras vírgenes, un paseo en el que, a la media hora, ya no sientes las piernas.
Otra actividad habitual es dormir en un campamento de tiendas de campaña para disfrutar del atardecer y el amanecer. Se goza de todas las comodidades occidentales, wifi incluido, y lo más emotivo fue la reunión junto a la hoguera. Contribuyó a ello que éramos pocos visitantes y la naturalidad de los cocineros y guías bereberes interpretando música tradicional, jugando a las adivinanzas y, en reciprocidad, pidiendo que les explicásemos alguna.
Música Gnwa
El pueblo de Khamlia
Resiguiendo los bordes del arenal encontramos Khamlia (Khemliya o Ksar Hamlia, خملية), pueblo de adobe habitado por descendientes de esclavos subsaharianos que nos deleitaron con la hipnótica música de los Gnawa.
Mezquita de Mtis
Mtis
Por una pista sin asfaltar llegamos al asentamiento minero de Mtis, en otro tiempo, dedicado a la extracción de kohl, un antecedente de los cosméticos para los párpados. Está totalmente en ruinas, salvo la mezquita, y al visionar las fotos aparecieron personas entre los edificios, ocupados en quehaceres que se nos escapan.
Jaimas con Erg Chebbi al fondo
Horno nómada
Más típica era la estampa del pastor cuidando el rebaño de cabras que anunciaba la presencia de las jaimas de los nómadas. Independientes y orgullosos, soportan la interrupción de su rutina como recurso para completar sus ingresos y no confiaría en recibir la proverbial hospitalidad sin el acompañamiento de alguien a quien ellos conocen. Subsisten en un entorno extremo y, sus primitivos refugios, poco tienen en común con las moradas de los aldeanos con los que comparten la vida rural.
El desierto
Planicie de rocas negras
El desierto adopta diversas apariencias y, en este punto, se manifiestan todas ellas: las dunas de Erg Chebbi separadas del Sahara por llanuras pedregosas y las ásperas montañas de la frontera con Argelia.
Tomamos otro camino de regreso a Marrakech y, tras advertir las condiciones insalubres en las que se pulen los fósiles en los arrabales de Erfoud (Arfoud, أرفود, ⴰⵔⴼⵓⴷ), se nos quitaron las ganas de comprar estos famosos souvenires.
Exterior de los Qnat
Las vestimentas de las mujeres revelan si la composición de los pueblos por los que pasamos es árabe o tuareg y marchamos sin pena ni gloria hasta hacer un alto en uno de los tradicionales canales de riego (qanat). Estas acequias subterráneas, en las que se practicaban pozos a intervalos, han sido substituidas por modernos proyectos de ingeniería hidráulica, algo que no nos debería extrañar siendo el agua un recurso tan importante como escaso.
Valle del Todra
Kasbah y palmeral de Tinerhir
El oasis del valle del Todgha nos saca de esa monotonía, pues hemos vuelto a las estribaciones del Atlas y afloran las huertas, los frutales, las palmeras y las kasbahs en ruinas, como las de Tinerhir (Tinghir, Tnghir, تنغير, ⵜⵉⵏⵖⵉⵔ).
Cañón del Todgha
Entrada a las gargantas
El río se interna en las gargantas del Todgha (Todra, Toudra) por un estrecho cañón de paredes verticales. Hay muchos otras zonas para practicar senderismo pero el acceso fácil y la fama ha masificado las sendas y torrenteras estacionales. Lo mismo ocurre en las gargantas del Dades, la mítica carretera que, desde Boumalne (بومالن دادس, ⴱⵓⵎⴰⵍ ⵏ ⴷⴰⴷⵙⵙ), sube a Tamellalt (تملالت, ⵜⴰⵎⵍⵍⴰⵍⵜ ), por donde la gente conduce más atenta a las curvas que a las formas geológicas de sus márgenes.
El río Dades confluye con el valle de las Rosas en Qalaat Mgouna (Kalaat M'Gouna, Kelaat M'Gouna, Tighremt n'Imgounen, قلعة مݣونة, ⵜⵉⵖⵔⵎⵜ ⵏ ⵉⵎⴳⵓⵏ)ⵏy, tal y como habíamos dicho más atrás, nos encauza hacia Uarzazate y de vuelta a Marrakech.
Making Money - Bet on Horse Racing Online When betting งานออนไลน์ on horse racing online, 광양 출장마사지 you're doing 시흥 출장마사지 things 군포 출장마사지 without winning anything. Don't let the odds dictate what you think. Practice to What are some tips for making money from betting on horse racing online?What is the 통영 출장샵 best way to make money from betting on horse racing online?
1 comentario :
Making Money - Bet on Horse Racing Online
When betting งานออนไลน์ on horse racing online, 광양 출장마사지 you're doing 시흥 출장마사지 things 군포 출장마사지 without winning anything. Don't let the odds dictate what you think. Practice to What are some tips for making money from betting on horse racing online?What is the 통영 출장샵 best way to make money from betting on horse racing online?
Publicar un comentario