Buenos Aires nunca estuvo en mi lista de prioridades y, aún hoy, no sé a qué atribuir ese prejuicio. Tal vez sea porque el periodo histórico de su fundación no es mi preferido o a mi imaginario particular, influenciado durante la juventud por el terror que provocó la dictadura. Normalmente, me hubiese limitado a hacer una breve escala, pero la estancia se alargó más de lo previsto dándome la oportunidad de conocer lo primordial y hallar pequeñas sorpresas.
Plaza de Mayo |
No voy a mentir, ni me desagradó ni consiguió entusiasmarme. Aunque en algunas barriadas te sientas como en casa, nunca debes minusvalorar los problemas derivados de la desigualdad social y que se manifiestan, con toda crudeza, en las contradicciones entre los lujosos guetos para ricos y los abandonados suburbios abandonados. Que cada uno descubra la ciudad a su aire y, sobre todo, que nadie deje de hacerlo. Se comparta, o no, la opinión personal de esta introducción, el poso negativo que deja quedará bastante matizado después de la lectura completa del texto.
El metro o “subte” es una buena opción de transporte y hay muchas líneas de autobús (pago mediante tarjeta recargable). Si no os gustan las grandes urbes, podéis ir a Tigre y el delta de río Paraná (una hora en tren) o, en barco, a la Colonia de Sacramento en la vecina Uruguay.
Cuenta con varios aeropuertos con vuelos hacia las cataratas de Iguazú, Tierra de Fuego, los glaciares y las montañas del Calafate, los lagos de Bariloche, las reservas naturales de la península Valdés y otras maravillas de Argentina. También se pueden hacer esas rutas en tren o autocares, con tiempo y paciencia, debido a las largas distancias.
Cabildo |
¿Qué ver?: La plaza de Mayo es el emplazamiento de las principales instituciones políticas y religiosas: el Cabildo (siglo XVIII, museo sobre el gobierno municipal colonial), la catedral metropolitana (XVIII-XX, barroca y neoclásica, alberga la tumba del héroe de la independencia José de San Martín), la Casa Rosada (XIX, residencia presidencial) y el palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires (o palacio Ayerza, XX). En los alrededores, denominados Microcentro, se localizan buen número de sedes ministeriales, financieras… poco interesantes para el turista.
Tienda con letrero fileteado en San Telmo |
La esencia de la vida bonaerense está en el cercano San Telmo que, tras la marcha de la burguesía, los inmigrantes europeos convirtieron en un barrio popular. Viviendas (siglos XIX y XX), establecimientos con rótulos fileteados (decoración artesana muy colorista), el Mercado, la plaza Dorrego… tienen la autenticidad que busca el viajero y, en una calle, vemos famosos personajes del cómic: las esculturas de Mafalda, Felipe, Susanita y Manolito.
Buque Sarmiento en Puerto Madero |
Desde allí, nos asomamos al estuario del Río de la Plata en Puerto Madero, una infraestructura de uso efímero en la que, recientemente, se rehabilitaron los almacenes (siglo XIX, ahora oficinas, apartamentos y locales de restauración) y ambientó los muelles con grúas de estiba y el Buque-Museo Sarmiento. Diversos puentes atraviesan el canal hasta una isla en la que se erigieron rascacielos (XXI) y se preservó, en parte, como Reserva Ecológica Costanera Sur.
Obelisco en la avenida 9 de Julio |
Por el puente de la Mujer (siglo XXI) regresamos a plaza de Mayo y continuamos por la avenida homónima con el objetivo de ir a la de 9 de Julio. Al sur divisamos la imagen de Eva Perón en la torre del Ministerio de Salud (en homenaje a su reivindicación de los servicios sociales para la ciudadanía) mientras que, en dirección opuesta, vemos el Obelisco. Éste se alza en la encrucijada cultural de la capital: los locales de la avenida Corrientes, con una variada oferta de conciertos y espectáculos, y los Teatros Colón (XX, reconocida sala de ópera), Nacional Cervantes y Coliseo en la avenida 9 de Julio.
Libreria Ateneo Grand Spendid |
En este punto hay que escoger entre caminar por la avenida Alvear, flanqueada por palacetes neoclásicos (Duhau, la embajada de Brasil, la Nunciatura del Vaticano…), o utilizar la línea D del metro desde la parada Carlos Pellegrini a Pueyrredón/Santa Fe para entrar en la sorprendente librería El Ateneo Grand Splendid (conserva los palcos y la cúpula de un teatro) y, después, subir por las avenidas Callao y presidente Manuel Quintana.
Basilica de Nuestra Señora del Pilar |
Floralis Genérica |
En cualquiera cualquier caso, nuestro destino es la Recoleta: el cementerio monumental (mausoleos de los siglos XIX y XX), la basílica Nuestra Señora del Pilar (XVIII), el Centro Cultural Recoleta, el Museo Nacional de Bellas Artes (obras de pintores europeos del XVI al XIX, y propuestas de artistas argentinos) y la curiosa Floralis Genérica, una original escultura de acero que abre y cierra los pétalos siguiendo el ciclo diario de las flores.
Conventillo en Boca |
El suburbio de Boca creció en una zona portuaria insalubre y sus habitantes se hacinaban en conventillos (parecidos a las corralas o corrales de vecinos de Madrid y Triana) construidos con materiales baratos y en los que se compartían espacios (patio, cocina…). Aquí nació el tango a mediados del siglo XIX, o en algún lugar parecido del Río de la Plata, y con este reclamo Caminito y las manzanas a su alrededor se han convertido en una especie de parque temático. Y, mucho me temo, es el destino que le aguarda a la Feria de Mataderos organizada en torno a las tradiciones gauchas.
Soy poco aficionado a las demostraciones folclórico-turísticas pero, en este caso, acertamos en la elección de una actuación en la que se cantaba poco (las letras de este género son rancias) y se hacía un buen repaso a la evolución experimentada como baile.
Sólo para entusiastas: A riesgo de dejarme muchas cosas, volvemos al centro y al barrio de Monserrat porque allí se encuentran las basílicas de san Francisco y de Nuestra Señora del Rosario (la dos de los siglos XVIII-XIX) y la iglesia de san Ignacio (inicios del siglo XVIII). Sobre San Telmo nos quedó por hablar del Zanjón de Granados (subterráneo en el que aparecieron cimientos de un inmueble del XVIII), la iglesia de san Pedro Telmo (o de Nuestra Señora de Belén, XVIII), el Museo Penitenciario Antonio Ballve (del mismo siglo) y, acerté a ver, carteles reivindicativos en memoria de los asesinados, desaparecidos y torturados durante la dictadura en un centro que estuvo en el cruce del paseo Colón con la autopista de la Plata-Buenos Aires. Cruzando la autovía, en los límites con Boca, la iglesia ortodoxa de la Santísima Trinidad (XX), el Museo Histórico Nacional (dedicado a la guerra de independencia argentina) y el palacio Lezama (recinto fabril ocupado por oficinas gubernamentales) rodean el parque Lezama.
Recorriendo toda la avenida de Mayo se pasa por la Casa de la Cultura (o edificio la Prensa, finales del siglo XIX), el palacio Barolo (XX), la plaza Mariano Moreno ornada con El pensador de Rodin y, llegando al Congreso de la Nación Argentina (XIX- XX), buscar la calle Riobamba para ver palacio de Aguas Corrientes (XIX).
Biblioteca Nacional |
De nuevo en la Recoleta podemos acercarnos a la Biblioteca Nacional de la República Argentina (mediados del siglo XX) en uno de cuyos laterales se esconde la escultura del escritor Jorge Luis Borges y, situándonos en avenida del Libertador, hay otra de Evita Perón. A continuación, entramos en el distrito residencial de Palermo con inmensos parques urbanos, entre los que destaca el jardín japonés, la sede del Malba (arte contemporáneo latinoamericano) y diversas embajadas.
Para finalizar, no estoy en condiciones de hacer un listado de museos en el que se excluyan las colecciones de menor calidad así que, a título orientativo, me limitaré a recomendar los ya mencionados.
Totalmente prescindible: Las calles comerciales de San Nicolás se extienden hasta la plaza San Martín y, excepto por algunas aplicaciones del art déco (marquesinas, timbres…), poseen escaso atractivo. Algo parecido ocurre con las plazas próximas a la estación ferroviaria de Retiro-Mitre, pero, una vez en ella, no desaproveches la ocasión de visitar el interior.
Las guías de viaje y personas que visitaron Buenos Aires suelen recomendarte tal o cual área, siempre diferentes, con restaurantes de total confianza o comercios con productos de diseño exclusivo… Ni caso, corres el riesgo de saltar de un sitio a otro sin ninguna garantía de encontrar lo prometido, pues las tiendas y bares sofisticados varían, de mes en mes, y yo comí bien en todos los sitios.
Lo más friki y/o kitsch: La base del planeamiento urbanístico era buena, tenía predisposición para estar a la vanguardia, no reparó en gastos… pero no debía ser buena tierra para la arquitectura y carece de un estilo propio. El de "La París de América" es recargado e inclasificable, una mezcolanza de barroco español, francés imperial, neogótico y modernismo. Hay villas con armonía neoclásica y modernas torres de cristal a la altura de las de otros países, pero sin ninguna originalidad.
La Reserva Ecológica Costanera Sur con los rascacielos de Puerto Madero al fondo |