Ir a sitios interesantes, sin gastar mucho y por tus propios medios es posible. Vive siempre una aventura, en un destino cercano o exótico, porque eso diferencia a un viajero de un turista
El siglo IX fue un momento difícil para los reinos cristianos del noroeste peninsular y, de forma consciente o no, el polémico descubrimiento/invención de la tumba de un apóstol en Santiago de Compostela hizo que las calzadas, que habían servido para implantar la civilización romana, adquiriesen una nueva faceta religiosa de indudable trascendencia. La historia de occidente sería totalmente diferente sin el fenómeno de las peregrinaciones que revitalizaron el comercio y el intercambio cultural. Después de un considerable esfuerzo para salir de la decadencia, vuelven a fascinar a los viajeros ofreciéndoles alicientes de moda: contacto con la naturaleza, práctica de deportes, turismo cultural… o, como en el pasado, una forma de conocer gente.
Al plantearme escribir sobre el camino Francés me surgió el dilema de cruzar el Pirineo en Saint-Jean-Pied-de-Port (Donibane Garazi, viniendo desde Bordeaux y el centro de Francia) con destino a Roncesvalles (Orreaga) o iniciarlo en Puente de la Reina, donde confluyen diferentes ramales. Al final se impone el sentido común y, en aras de la precisión, esperaré a recorrer el norte de Navarra para incluir también mis impresiones sobre la variante del valle del Baztan, sin que eso reste atractivo a esta propuesta colmada de palacios, catedrales, iglesias y monasterios.
Baluartes de la fortaleza vistos desde el rincón del Caballo Blanco
Sí me tomo la licencia de comenzar en la ciudad-fortaleza de Pamplona (Iruña) erizada de parapetos, bastiones, baluartes… (siglos XVI al XVIII, muy bien conservados) por ocupar una posición estratégica frente a Francia. Siguiendo la muralla por su parte interior se va a la catedral de santa María (XIV-XVIII) y su notable claustro gótico, al mirador del rincón del Caballo Blanco, al recuperado palacio de los Reyes (Archivo Real y General de Navarra) y al Hospital Nuestra Señora de la Misericordia (XVI, sede del Museo de Navarra). Dentro del núcleo urbano está la iglesia de san Saturnino (XIII, estilo gótico), el palacio del Condestable (XVI, renacentista), el Ayuntamiento (fachada barroca y neoclásica) y la iglesia de san Nicolás (nave gótica del XIII y exterior del XIX). El centro sólo tiene el gran espacio abierto de la plaza del Castillo pero, saliendo extramuros, la naturaleza gana la partida en el parque de la Taconera, el antiguo recinto militar de la Ciudadela y, a las afueras, el jardín japonés de Yamaguchi.
Entre las estribaciones pirenaicas y la Ribera Navarra, la ruta se adentra en un paisaje de transición salpicado de caseríos de piedra y sobrias iglesias de origen románico o gótico: Cizur Menor (Zizur Txikia), el despoblado de Guenduláin (ruinas de un palacio-fortaleza), Zariquiegui (Zarikiegi), Uterga y Muruzábal. Pero el sitio principal de este tramo es la ermita de Eunate (siglo XII, en la senda que viene de Toulouse - Somport - Jaca - Sangüesa por los valles del río Aragón y Cidacos), una original construcción octogonal románica. En Obanos lo más señalado son las casas solariegas (Muzquiz, Zabalegui, Tximonco, don Fidel…) y un templo moderno que integró elementos góticos preexistentes.
Portal románico de la iglesia del Crucifijo
La entrada a Puente de la Reina (Gares) se hace paseando ante el soportal románico de la iglesia del Crucifijo (o de santa María de los Huertos, siglo XII) y la tapia de un convento horadada por aspilleras de las guerras carlistas. Los lienzos de muralla medieval de la calle Cerco Viejo y el paseo de los Fueros delimitan una trama de casas y palacios de piedra atravesada por la calle Mayor. Ésta discurre ante la iglesia de Santiago (XVII-XVIII, la decoración del umbral es románica), la plaza de Julián Mena, la casa del Vínculo (XVII, fue deposito, cárcel… y oficina de turismo) y sale por el puente románico (XI-XIV) que da nombre a la localidad. No está de más recordar la abundancia de pueblos pintorescos en el territorio que va hasta Vizcaya y que el valle de Yerri, el monasterio de santa María de Iranzu y el Parque Natural de Urbasa-Andía son pretextos suficientes para un circuito específico por esa zona.
Puente románico que da nombre a Puente de la Reina
La próxima etapa transcurre por los términos de Mañeru, Cirauqui (Zirauki, iglesia, calzada romana y puente medieval), Lorca (Lorka, iglesia románica), Lácar (Lakar, ermita y, en dirección a Alloz, iglesia de santa María de Eguiarte del siglo XII) y Villatuerta (Bilatorta, iglesia del XIV, puente medieval y ermita de san Miguel Arcángel del X).
Claustro románico de san Pedro de la Rúa
San Pedro de la Rúa en Estella-Lizarra
En Estella
(Lizarra) nos reciben las esculturas góticas (siglo XIV) de la fachada
de la iglesia del Santo Sepulcro (XII, románica) y el puente picudo
que ataja hacia el palacio de los Eguía (XVI, hoy biblioteca municipal),
la iglesia de san Miguel (del XII en adelante) y la plaza de los Fueros,
rodeada por algunos palacios barrocos (XVIII). En los extrarradios puede
visitarse la iglesia santa María Jus del Castillo (XII, Centro de
Interpretación del Románico y del Camino) y la basílica de Nuestra Señora del
Puy (XX, neogótico). De vuelta a la otra orilla del río, la plaza san Martín
está flanqueada por la casa fray Diego de Estella-Lizarra (XVI, estilo
renacentista), el palacio de los Reyes (base románica ampliada en el
XVII, Museo Gustavo de Maeztu) y las escaleras que suben a la iglesia de san
Pedro de la Rúa para ver su portal y claustro románicos (XII-XIII).
Cúpula del Santo Sepulcro
Iglesia románica del Santo Sepulcro
El itinerario prosigue por Ayegui, el monasterio de Iratxe (iglesia románica del siglo XII y claustro plateresco), Villamayor de Monjardín (ruinas del castillo de san Esteban de Deyo e iglesia románica), Los Arcos (iglesia barroca, claustro gótico y calles de regusto medieval) y Torres del Río, con sus casas-fuertes y el interesante ejemplo de planta octogonal en la iglesia del Santo Sepulcro (XII, románica).
Santa María de Viana
La planicie del valle del Ebro envuelve el cerro la plaza fuerte de Viana, en la frontera del antiguo reino de Navarra con la vecina Castilla, en cuyo interior se ven la plaza del Coso, residencias señoriales (siglos XVI al XVIII), la iglesia de santa María de Viana (XIV, la fachada y la torre son del Renacimiento), el Ayuntamiento y las ruinas de la iglesia de san Pedro (XIII y XVIII).
Con independencia de que el origen sea Viana o Tudela, el trayecto finaliza en Logroño. A falta de patrimonio monumental, la capital de La Rioja saca partido del turismo enológico y algunos rincones con cierto encanto en la calle Portales, la iglesia de san Bartolomé (ábside románico y pórtico gótico), la iglesia imperial de santa María de Palacio (cimborrio octogonal rematado por una aguja), el Parlamento (fachada barroca), la muralla del Revellín o el embalse de la Grajera.
Iglesia de santa María la Real
El siguiente trecho lleva a Navarrete (retablo barroco en la iglesia de santa María) y a Nájera, construida alrededor del monasterio de santa María la Real del que perduran el claustro de los caballeros (gótico-plateresco) y la iglesia (XV-XVI, singulares contrafuertes fortificados, coro gótico y panteón). La colina del alcázar y del castillo de la Mota destaca más por la panorámica que por las propias ruinas.
Monasterio de Yuso
Arco visigótico en el cenobio de Suso
Exterior del monasterio de Suso
Los monasterios de Yuso y Suso es una parada inexcusable, aunque suponga tomar un desvío hasta San Millán de la Cogolla. El primero está a las afueras del pueblo y es el arquetipo completo: iglesia (gótico tardío), sacristía, claustro (renacentista), refectorio, huerto… El cenobio de Suso es un edificio más modesto e irregular iniciado en tiempos de los visigodos (siglos VI-VII, arcos de herradura), y ampliado según patrones mozárabe y románico (X y XI-XII) en lo que fueran unas cuevas de ermitaños del siglo V. El resultado es un catálogo arquitectónico de unos periodos que no legaron excesivas muestras y los curiosos grabados populares en la pared del portal.
Plaza del Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada
Volviendo al llano y a un paisaje cada vez más mesetario, Santo Domingo de la Calzada también creció gracias a la vida monástica y la vía jacobea. Tiene una catedral (cabecera románica pero gótica en lo fundamental) que acoge un retablo y un coro platerescos, separada por una plaza de la torre (siglo XVIII, barroca) y del antiguo Hospital de peregrinos (actualmente es un hotel). Por allí pasa la calle Mayor jalonada por las fachadas de la abadía cisterciense (XVII) y diferentes mansiones aristocráticas de los siglos XVI al XVIII (marqués de la Ensenada, Cofradía del Santo, Lorenzo de Tejada o de los señores de Cirujeda, Trastámara, Antiguas Carnicerías, Ocio, alcalde Martínez de Pisón…). Desde el callejón junto al ábside se accede a la plaza del Ayuntamiento (XVIII, barroco), el Corregimiento (XVIII) y la Alhóndiga (depósito de grano). Muy cerca están el palacio del Secretario de Carlos V (XVI) y subsisten algunas torres y lienzos de muralla (XIII-XIV).