Ir a sitios interesantes, sin gastar mucho y por tus propios medios es posible. Vive siempre una aventura, en un destino cercano o exótico, porque eso diferencia a un viajero de un turista
Haciendo memoria, recordamos el papel que jugó Génova (Zena) como potencia marítimo-comercial, durante la Edad Media y el Renacimiento, perdiéndole después la pista en el curso de la historia. Y, sin embargo, sigue junto al mar Mediterráneo, indiferente a los turistas que pasan de largo o evitan los callejones típicos, su auténtica seña de identidad.
Calle típica del Molo
Con suerte, algunos aprovechan la escala de un crucero o le dedican las horas previas a embarcar en transbordadores con destino a Córcega, Cerdeña, Sicilia (línea a Palermo) o Barcelona, pero no suele estar entre las prioridades de los viajeros, que prefieren la ruta por las Cinque Terre, van de Niza y Mónaco a las ciudades de la Toscana (Florencia, Lucca, Pisa, Siena…) o se dirigen a las regiones del Piemonte, Emilia-Romana y la Lombardía (Milán, Bérgamo, Brescia, el Lago di Garda o las ciudades del valle del río Po).
¿Qué ver? Los barrios de Molo, genuinamente medieval y portuario, y la Maddalena, más distinguido y señorial, son el corazón de Génova, aunque es difícil saber dónde nos encontramos en cada momento, porque las angostas callejuelas, casi pasadizos, ascienden serpenteantes las laderas de las colinas, se cortan inesperadamente o se bifurcan en las pequeñas plazoletas.
Fachada gótica de la catedra
Palacio de san Giorgio
Detalle de la portada de la catedral
Para orientarnos en nuestro recorrido, lo más fácil es buscar la colorida fachada renacentista del palazzo de san Giorgio (siglos XV-XVI, fue aduana, banco y, hoy, autoridad portuaria), contornearlo hasta la parte gótica posterior en via Frate (XIII, fue el ayuntamiento), ir a via san Lorenzo, y subir en dirección a la magnífica fachada gótica de la catedral (XIII), y puertas lateralesrománicas (XI).
Palazzo Ducale
Un poco más adelante, una plaza se abre delante del Palazzo Ducale (siglos XVI, renacimiento o manierismo, y XVIII, neoclásico) y la escondida Torre del Popolo (o Grimaldina, XIII). Cruzando a través del Palacio, o girando a mano izquierda, se entra en la piazza De Ferrari, flanqueada por edificios culturales e institucionales de los siglos XIX y XX (Teatro Carlo Felice, Accademia Ligustica di Belle Arti, Regione Liguria y Nuova Borsa).
Porta Soprana
Claustro de Sant’Andrea
Santo Stefano y via XX Settembre
Iglesia de santo Stefano
En ese punto la ciudad se ensancha y via Dante nos encamina al claustro románico de sant’Andrea, la porta Soprana (o di sant'Andrea, siglo XII), una de las pocas estructuras supervivientes de la muralla medieval genovesa, y la iglesia románica di santo Stefano (XIII), mutilada al abrir la avenida XX Settembre.
Nuestro próximo objetivo son las Strade Nuove (siglos XVI-XVII, proyecto de ampliación urbanística) donde la aristocracia construyó los Rolli di Genova, mansiones señoriales siguiendo las modas renacentista y barroca. Para ello retrocedemos hasta dar con via XII Ottobre, llegar a la piazza Corvetto, en una de sus esquinas hallamos el palazzo Doria Spinola. Internándonos por via Roma, Salita Santa Caterina, Piazza delle Fontane Marose y via Garibaldi localizaremos la mayor concentración de palacios, mereciendo especial mención los palazzos de Doria-Tursi, Bianco y Rosso (que conforman el museo sobre Strada Nuova y albergan una pinacoteca). Via Balbi es la ubicación de los palazzos Francesco Maria Balbi (Universidad) y Stefano Balbi (o Galleria di Palazzo Reale, mobiliario de época y pinturas) y, muy cerca, está la Galleria Nazionale di Palazzo Spinola (siglo XVI, artes decorativas, pintura y escultura).
La Lanterna
Sólo para entusiastas: Hasta ahora no había hecho referencia al puerto de Génova, desde el que se divisa la Lanterna (faro), sede del museo del mar Galata y fondeadero del submarino Nazario Sauro.
Tras la rehabilitación de los muelles, no creo que los habitantes hagan suya la zona ganada, pues se ha llenado de actividades recreativo-comerciales de calidad desigual y escasa relación con sus necesidades: el galeón Neptune (réplica cinematográfica poco realista), las excursiones al Santuario de Cetáceos, el Acquario, la Biosfera, el Bigo (ascensor panorámico), el Museo Nazionale dell’Antartide (expediciones antárticas italianas), la Porta Siberia (siglo XVI, museo dedicado a Luzzati) y la Città dei Bambini (museo interactivo infantil).
Fresco de la Annunciazione en santa Maria di Castello
Torre románica de la iglesia de san Donato
He escrito sobre las edificaciones religiosas que salieron al paso y ahora amplío la relación del patrimonio románico del casco histórico: las iglesias di san Agustín (con elementos góticos y posteriores. Museo de arte) y de santa Maria di Castello, el convento anexo a ésta última (notable fresco de la Anunciación en la logia o galería), la torre octagonal de san Donato, la parroquia de los Santi Cosma e Damiano, el claustro y el templo di san Matteo… o el complejo hospital-conventual medieval de la commenda di san Giovanni di Pré (Museo del mar y la migraciones), con dos santuarios superpuestos. Cabría añadir a la lista la iglesia di san Pietro in Banchi (XVI) sufragada por los comerciantes de la Loggia della Mercanzia (XVI), siendo el resto de basílicas e iglesias del periodo barroco: san Filippo Neri, san Luca, santa Maria delle Vigne (el campanario y el claustro son del siglo XII), san Siro, Santissima Annunziata del Vastato…
Los panteones de Staglieno son una galería de esculturas (siglos XIX y XX, cementerio monumental), mientras que las fortificaciones, diseminadas por las colinas, han sido recuperadas para otros usos o, más habitualmente, abandonadas. En el litoral, las clases acomodadas adquirieron fincas de recreo: las villas Doria (museo Naval) y Durazzo-Pallavicini (museo arqueológico) de Pegli o Gropallo (biblioteca municipal Brocchi), Saluzzo Serra (GAM-Galeria de Arte Moderno), Grimaldi Fassio (Colección Frugone), Luxoro (Museo Giannettino Luxoro, artes decorativas) y la sede de Wolfsoniana (artes decorativas y publicidad) en Nervi.
Más al este, pequeños pueblos pintorescos salpican la costa, enlazando la reserva marina de Portofino con el parque natural delle Cinque Terre. La cordillera de los Montes Apeninos tiene áreas protegidas en Beigua, Aveto y Antola.
Callejuela de Génova
Totalmente prescindible: La visión de la Biosfera (Bolla di Renzo Piano) produce la sensación de estar ante un proyecto erróneo y deficiente mantenimiento, hacinando una selva tropical en un espacio muy reducido.
Lo más friki y/o kitsch: Particulares, administraciones públicas, guías turísticos, libros y bitácoras tienden a “asaltar” la memoria de personajes famosos, preferiblemente si se ignoran aspectos de su vida, y, sea por inocencia, fanfarronería o codicia, los vinculan a sitios concretos, con taquilla y tienda de recuerdos. No discuto el origen del descubridor, pero sí la sospechosa la supervivencia y exacta ubicación de la casa natal de Cristóbal Colón, cuando han desaparecido cientos de viviendas en ese lugar. Comencemos a exigirnos rigor histórico y evitar afirmar hechos sin demostrar fehacientemente.
Cuando no cuentas con tiempo, ni dinero, suficiente para recorrer todos los prodigios de la naturaleza en Argentina, es el momento de decidir las prioridades. Opté por arriesgarme sólo en una elección, persiguiendo nombres evocadores, y jugar sobre seguro en el resto de lugares apostador por dos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad. Preparemos el equipaje con previsión, porque empezamos en un clima subpolar oceánico (gélido todo el año), pasaremos a una meseta fría y seca y acabaremos en una bochornosa zona subtropical. Dicho ésto, los tres destinos tienen servicios turísticos de calidad y sus aeropuertos están interconectados, excepto por un corto transbordo en Buenos Aires, antes de coger el avión a Iguazú.
El canal Beagle
Volamos a la isla Grande de Tierra de Fuego y aterrizamos en Ushuaia, encajonada entre las montañas la “cola” austral de los Andes y el canal Beagle. Con poco más de 100 años, la ciudad fue uno de los últimos rincones del planeta en ser colonizados, pero las calles llenas de viajeros de todo el mundo desmienten que hoy sea la última frontera a descubrir.
Una casa típica de los colonos
Pabellón del Penal de Ushuaia
Vista del centreo de Ushuaia
Muchas de las viviendas de madera y chapa de los pioneros ahora son tiendas y restaurantes y la casa Beban, encargada por catálogo, un centro cultural. Las exposiciones del Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia muestran la dura existencia de los pobladores indígenas (selknam u onas, haush, yámanas y kawésqar), el día a día de los reclusos en la colonia penitenciaria, la aventura de la exploración de la Antártida, una reconstrucción del faro de san Juan de Salvamento…
Bahía Lapataia en el Parque Natural Tierra de Fuego
Lago Roca
Valle del río Pipo
Desde allí iban a trabajar los presos en las plataformas de un pequeño ferrocarril, muy distintas a los cómodos vagones del nuevo Tren del fin del Mundo que se adentra en el valle del río Pipo, un bello paraje donde se ven los tocones de los árboles cortados por los condenados. Esa cuenca, junto con el lago Roca, y las bahías Ensenada y Lapataia (restos de ocupación indígena) son espacios del Parque Nacional de Tierra de Fuego abiertos al senderismo.
El faro Les Eclaireurs
Lobos marinos
Varios barcos navegan el canal Beagle u Onashaga con destino a los islotes de las colonias de lobos marinos, el faro de Les Éclaireurs y las pingüineras. Para ahorrar fuerzas, convendría valorar si merece la pena subir a Martial, glaciar de circo en retroceso y desprovisto de nieve fuera de la temporada invernal, o a los lagos Fagnano (Kami o Khamiy) y Escondido, evitándonos así kilómetros de carretera.
Sistemas fluviales de la Patagonia
Salimos hacia nuestra etapa en la Patagonia y, a primera vista, no responde a la tópica imagen de inmensa llanura, poblada por rebaños de miles de ovejas y la cordillera de los Andes de fondo, pues es más desierto que pradera, desapareció el ganado e, inesperadamente, tiene grandes lagos de aguas lechosas.
La historia de Calafate comienza a principios del siglo XX y se desarrolló en paralelo a la promoción como puerta de acceso al Parque Nacional de los Glaciares, una extensa reserva natural que abarca el lago y el glaciar Viedma, llega al Chaltén y limita con las Torres del Paine en Chile. Después de espiar la cara de los turistas a su regreso, recomiendo renunciar a los agotadores viajes de un solo día y, si de verdad se quiere practicar senderismo, prolongar la estancia unos días disfrutando de los alrededores del Fitz Roy (o cerro Chaltén) o de las montañas chilenas.
Morrena frontal del Perito Moreno
Circo del glaciar Perito Moreno
El espectacular Perito Moreno es la atracción principal, al alcance de todos gracias a los autobuses públicos o las excursiones organizadas. Una breve caminata por el bosque andino ofrece las imponentes panorámicas del circo, la lengua y de la morrena frontal atravesando el lago Argentino, y los tonos blancos y azules eléctricos, casi transparentes, de este glaciar.
Pared lateral del Perito Moreno
La mayoría de la gente suele completar la experiencia embarcando, en una breve singladura, rumbo a la pared de hielo. Menos habitual, por el precio y la duración, es partir del puerto de Punta Bandera y, navegando, bordear los glaciares Upsala, Agassiz, Onelli y Spegazzini. Nunca me he puesto unos crampones y descarté el “trekking en el glaciar”, porque me pareció una excusa para una foto hortera encima del Perito Moreno.
Laguna Nimez
Árbol fosilizado
De vuelta a Calafate, nos aguardan diversas propuestas, por ejemplo, dar un paseo rodeando la laguna Nimez observando las aves autóctonas, ir al Centro de Interpretación Histórica (historia natural y colección paleontológica) o al Glaciarium (museo del hielo y los glaciares). En las proximidades se hallan pinturas rupestres en Punta Walichu o Gualichu (4000 años), alguna granja rememora la cría y esquila de ovejas y los barrancos erosionados en las próximidades de la Leona, donde vi huesos de dinosaurios y árboles fosilizados y, con suerte y de lejos, guanacos o ñandúes.
Depresión erosionada por el agua y el viento
Vista aérea de las cataratas
Ya escribí sobre el delta del Paraná y, ahora, dirigimos nuestros pasos al tramo que establece la línea divisoria entre Argentina, Brasil y Paraguay, la Triple Frontera (o Tríplice Fronteira). Durante la última parte del vuelo prestaremos atención al río y a la columna de vapor surgiendo de la selva, un anticipo de magnitud de las cataratas de Iguazú.
Tras el aterrizaje, es indiferente alojarse en las impersonales Foz do Iguaçu o Puerto Iguazú. Sólo me detendré en decir que, quien no haya contratado un paquete turístico, tiene la opción de trasladarse en transporte público, provistos de impermeable y ropa de repuesto en la mochila y el pasaporte para cruzar las aduanas. También posibilitan desplazarse a Presidente Franco, haciendo una extensión a los Saltos del Monday, o Ciudad del Este (una zona franca libre de impuestos).
En la orilla argentina del Parque Natural de Iguazú, un pequeño ferrocarril lleva al itinerario superior y, andando por los puentes, nos sobrecogerá la caída de la Garganta del Diablo, la más caudalosa. Aunque se trate de un área selvática, normalmente, sólo encontraremos inofensivas y coloridas mariposas, agresivos coatíes y, estando atentos, tal vez tortugas, lagartos e incluso serpientes.
Garganta del Diablo y Salto san Martín
Línea de cascadas secundarias
Garganta del Diablo
Volviendo en tren a la parada intermedia, los circuitos permiten observar las cascadas a diversos niveles, siendo imperdonable olvidar el inferior, que regala al excursionista el bello paisaje del salto san Martín y la Garganta del Diablo. Un sendero al pie del lecho fluvial, más abrupto, discurre en dirección al embarcadero, pero no lo seguí con la intención de montar en las lanchas de goma (demasiada descarga de adrenalina) sino para apreciar el conjunto desde esa perspectiva.
Las cascadas de la orilla argentina vistas desde el el Paque de Iguaçu (Brasil)
Pasarela ante la Garganta do Diabo
Justo enfrente está el Parque de Iguaçu brasileño, comparable en importancia al anterior, porque un mirador brinda la visión de toda la herradura de cascadas y balcones del lado argentino. Un único camino acerca a la pasarela, que cruza ante el primer salto de la Garganta do Diabo, y asciende a una terraza en el punto desde el que se precipita el agua.
Pasarela en Iguaçu
Y aquellas personas que echen en falta algo de arquitectura en la ruta, pueden proseguir la aventura hasta las reducciones guaraníes, en lo que fuera un experimento que aunaba evangelización religiosa, autarquía económica y gobierno de las comunidades nativas bajo la tutela de los jesuitas (siglos XVII y XVIII). Perduran las ruinas de las misiones de san Ignacio Miní, Jesús de Tavarangué, la Santísima Trinidad, nuestra señora de Loreto, santa Ana, descendiendo por el curso del Paraná, santa María la Mayor, en la ribera del río Uruguay, y são Miguel das Missões, internándonos en tierras brasileñas.
Detalle de la decoración modernista en la Caixa de Sabadell
Es difícil que el viajero escape a la fuerte atracción que ejercen la ciudad de Barcelona y el litoral Mediterráneo, pero algunas localidades del Vallés Occidental tienen poco que envidiar a destinos turísticos más consolidados.
Comparte el parque natural de la Serra de Collserola con el Baix Llobregat y Barcelona, muy urbanizado en las proximidades de los miradores Tibidabo o Torre Baró, mas con bosques y vegetación típicamente mediterránea en la vertiente vallesana. Al norte, limitando con el Bages y el Moyanés, el macizo de Sant Llorenç del Munt i l’Obac es la propuesta perfecta para las personas aficionadas al excursionismo y en él nos aguardan cuevas, pueblos con encanto (Gallifa, Sant Quirze Safaja…), ermitas y el monasterio de sant Llorenç del Munt, reconstruido siguiendo el patrón románico.
Elemento románico
Su relevancia económica difumina un rico legado monumental levantado sobre la base de la agricultura feudal, en el caso del románico, o de la industrialización que precedió al modernismo. Además, Sant Cugat y Terrassa forman parte de uno de los camino a Santiago que, partiendo de la capital catalana, pasa por Montserrat y continúa por tierras de Lleida. Si tenéis la oportunidad de aventuraros por la comarca, os recomiendo hacerlo en transporte público y, preferentemente, utilizando los Ferrocarrils de la Generalitat que comunican las tres ciudades que visitamos.
Fachada gótica en la iglesia de Sant Cugat
Visión de conjunto de la iglesia de Sant Cugat
Hacemos una primera parada en Sant Cugat del Vallès y nuestro objetivo principal es el que fuera un poderoso monasterio, rodeado por una muralla y varias torres defensivas, para ver los capiteles románicos del claustro (siglo XII), el campanario y la iglesia (XII al XIV, aunque predomina el gótico). Muy cerca está la bodega cooperativa modernista (XX), una variante autóctona de la corriente artística conocida en otros lugares como Art Nouveau, Sezession o Liberty, que también se aprecia en diversas villas (casa Armet y casa Lluch, fundamentalmente).
La Escuela Industrial
La Caixa d'Estalvis de Sabadell
A pocos kilómetros, los beneficios de la actividad textil desarrollada en Sabadell permitieron a la burguesía llevar a cabo grandes obras utilizando ese estilo: la antigua Escuela Industrial (centro cultural), el mercado central, la sede de la Caixa d’Estalvis de Sabadell, la Torre del Agua…, sentar las bases de la importantísima colección de fósiles del museo del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont o gastar en las piezas de ornamento reunidas por el museo de arte en la Casa Turull. De épocas más lejanas son la casa Duran (siglo XVI), ejemplo masía agrícola, y la iglesia de sant Feliu, gótica en el ábside y con campanario barroco.
Retablo de piedra en sant Pere
Cimborrio de la iglesia de santa Maria
Seguimos rumbo a Terrassa, donde vamos a disfrutar de los dos hilos conductores del recorrido, pues con el nombre de Ègara detentó la sede de un obispado durante la época visigoda y, corriendo el tiempo, sobre sus ruinas se erigió un conjunto románico que se encuntra entre mis preferidos. La iglesia de sant Pere (siglo XII), la más sencilla de todas, tiene mosaicos en el suelo y un inusual retablo de piedra en el ábside con frescos (X, prerrománico). El templo de santa Maria (XII) presenta una decoración exterior más elaborada, típicamente lombarda, cimborrio y campanario, mientras que, en el interior, encontramos la piscina de un baptisterio, un retablo y pinturas murales (del VI y del XII). Y, dejando lo mejor para el final, la iglesia de sant Miquel de Ègara (VI-XII) conserva las características de la primitiva edificación visigótica: la planta griega, el cimborrio, una columnata en la que se reaprovecharon materiales, pinturas… y una entrada y cripta añadidas posteriormente (IX).
Interior visigótico de sant Miquel de Egara
Exterior de la iglesia de sant Miquel de Egara
La ciudad también vivió el auge de la manufactura textil y el Museo de la Ciencia y de la Técnica nos aproxima a la arqueología industrial en este sector. Su sede del vapor Aymerich, Amat i Jover (siglo XX) es uno de los mejores ejemplos de arquitectura modernista aplicada a una fábrica, en tanto que el diseño la imprescindible masía Freixa (XIX-XX) fue una arriesgada apuesta para una vivienda señorial y la Escuela de Ingeniería se concebió para uso docente.
Sin tomar al pie de la letra al poeta Pere Quart, que dijo que “com el Vallès no hi ha res” (no existe otro lugar como el Vallès), tal vez se merece algo más que estos breves apuntes pero algunas otras ermitas, masías… interesantes están diseminadas por su territorio y el acceso es más complicado.
Los turistas elogian, y con toda la razón, sus maravillosas playas y los pueblos de la costa, pero no acostumbran a alejarse de la orilla. Evitemos el error de caer en una estancia tópica y rutinaria pues la isla, además de sol, arena y mar, nos reserva múltiples sorpresas: los yacimientos de la cultura nurágica y los vestigios de las sucesivas ocupaciones fenicia, cartaginesa, romana, bizantina, genovesa, pisana, aragonesa… Si viajando por Sicilia deseas regresar a Agrigento, Catania, Cefalú, Monreale, Siracusa… aquí, tal y como se lo oí decir a varias personas, te entran ganas de quedarte a vivir en Cerdeña (Sardegna, Sardigna, Sardìnnia, Sardenya).
Capo san Marco
Una opción consiste en llegar en avión, utilizar el transporte público y alquilar un vehículo, ocasionalmente, para llegar a las zonas peor comunicadas. La alternativa consiste en embarcar vuestro coche o moto en los transbordadores que salen de Barcelona, Marsella, Niza, Génova, Livorno (Pisa), Civitavecchia (Roma), Nápoles, Palermo… En nueve días, a buen ritmo y saltándonos alguna cosa, sólo abarcamos el tercio noroeste de esta gran isla del Mediterráneo, por lo que espero ofreceros las mejores propuestas del litoral y de un circuito monumental.
San Giovanni di Sinis
Ruinas en Tarros
Para empezar, conduciremos hasta el municipio de Cabras (Crabas, en el centro de la parte occidental) con la intención de pasar por la iglesia bizantina de san Giovanni di Sinis (siglos VI-X), el yacimiento de Tharros (ruinas romanas y bizantinas) y admirar las playas que se extienden del capo san Marco a la spiaggia di portu Suedda. Desde allí se insinúa la silueta de la isola Mal di Ventre que, junto con la península de Sinis y los humedales de su gran laguna, conforman un área marítima protegida. Sin ser unos restos prehistóricos memorables, el subsuelo de la iglesia de san Salvatore acoge lo que fue un santuario pagano.
Duomo románico en santa Giusta.
Piazza Eleonora en Oristano
Nos alojamos en Cabras o en Oristano (Aristanis, Oristán), callejeando por el duomo di santa Maria Assunta (siglos XVII-XIX, decoración interior neobarroca), el seminario Tridentino (XVIII-XIX), el convento de los Padri Scolopi (XVII, hoy archivo de la ciudad) en la piazza Eleonora y la torre de san Cristoforo (XIII). La vecina población de Santa Giusta conserva su catedral románica (XII, el campanario se reconstruyó en el XIX).
Nuraghe Su Nuraxi di Barumini
Vista del patio interior del nuraga Su Nuraxi di Barumini
En la siguiente etapa tomamos la autovía en dirección a Cagliari (Casteddu, Cáller) y, por carreteras secundarias y deficiente señalización, iremos a la joya de la edad de bronce sarda: el poblado y Su Nuraxi di Barumini. Se trata de un nuraga impresionante formado por un cuerpo principal (siglos XIII a VI a.n.e.) y diversas torres, dispuestas alrededor de un pequeño patio, que sirvieron de defensa, de almacén de alimentos y tuvieron funciones religiosas. Después de esto, la localidad de Barumini nos sabrá a poco: el palacio Zapata (XVIII, Museo y parte del Su Nuraxi'e Cresia) y las iglesias rurales de san Giovanni (XIII), santa Lucia (XVI), san Nicola (XI-XII)… dispersas por su territorio.
Poblado de casas circulares de la cultura nurágica
Nuraghe Losa en Abassanta
Desandando el itinerario hecho, volvemos al norte con el propósito de conocer más monumentos de ese periodo, como el pozo sagrado de santa Cristina (siglo XI a.n.e., en Paulilatino, Paùle) y el nuraghe Losa (XV a XII a.n.e., en Abassanta).
Ahora se nos abren diversas posibilidades, por ejemplo, hospedarnos en Bosa y ver el castillo de Serravalle (o Malaspina, siglo XIII), incluyendo los frescos de la iglesia nª.sª. de Sos Regnos Altos, las antiguas tenerías de la Vecchie concerie, las iglesias de san Pietro (XI, románico lombardo) y sant'Antonio Abate (XVI, gótico catalán), la catedral barroca… y seguir rumbo a Alguer circulando por los acantilados. También podemos alargar la estancia recorriendo con tranquilidad las ermitas/iglesias de san Nicolò di Trullas (o Truddas del XII, fachada románico-pisano), santa Maria Iscalas (XI) y, en Bornova, la necrópolis neolítica de san Andria Priu (siglos XXX-XIX a.n.e.).
Fachada de la iglesia de san Pietro di Sorres
Otra opción, compatible con lo dicho en el párrafo precedente, es continuar desde Abassanta por el interior haciendo visitas facultativas a la ermita/iglesia de nª.sª. de Cabu Abbas (siglo XII-XIII, románica) y el nuraghe santu Antine (antes de Torralba, Turalva, Turràlva), concentrando nuestra atención en la iglesia de san Pietro di Sorres (XII, románica) en Borutta (Boruta) y en la de santa Maria di Bubalis (o nª.sª. de Mesumundu, IX, sobre unas termas romanas) a la altura de Siligo.
Alghero
Capo Caccia
Gruta de Nettuno
En cualquier caso, paramos en Alghero (S'Alighèra, L'Aliera, L'Alguer), puerto medieval con torres de las desaparecidas murallas terrestres y bastiones de la defensa marítima, un centro de regusto medieval alrededor de la piazza Civica, diversos palacios góticos y renacentistas, la iglesia y el convento de san Francesco (sobrio claustro del siglo XIV) y una catedral (muy modificada salvo el ábside y la torre gótica). En el área protegida de capo Caccia e Isola Piana se esconde la espectacular gruta de Nettuno, a la que se entra navegando, vía Alghero y la más cercana cala Dragunara, o por carretera si quieres descender por la escala del Cabirol.
El litoral se ha preservado, sorprendentemente bien, de la especulación inmobiliaria y tiene buenas playas. Entre Alghero y Porto Torres está la necrópolis de Anghelu Ruiu mientras que, de camino al Parque Natural de Porto Conte, encontramos el sitio arqueológico de Palmavera.
Isola Piana en la península de Stintino
Desde allí, hay quien se acerca a Argentiera (explotación minera reconvertida en centro vacacional) y quien se dirige, directamente, a la península de Stintino (Isthintini, Istintinu) y, más concretamente, al capo Falcone y la spiaggia della Pelosa, lugar de aguas color turquesa, con la isola Piana y el parque natural de la isla de Asinara de fondo, pero una playa masificada durante la temporada estival.
Mosaico romano
Ábside de san Gavino
Saliendo del istmo, nos detenemos en Porto Torres (Posthudorra, Pòrtu Turre). Un torreón octogonal rememora el dominio aragonés, y un puente, paredes de las termas y mosaicos romanos (en el museo arqueológico). El edificio más imponente de la ciudad es la basílica románica de san Gavino (siglo XI) aunque parte de la cripta es anterior (V-VII). En las proximidades, pero sin indicadores adecuados, se accede al zigurat de Monte d’Accoddi (3.000 años a.n.e.) y el ipogeo de Su Crucifissu Mannu.
Fachada de s Nicola di Bari
Sassari (Tàthari, Sácer, Sàsser) es la segunda ciudad más grande de Cerdeña yprescindible, salvo que queramos contemplar la fachada de la catedral de san Nicola di Bari (barroca, menos el campanario románico), el palazzo Ducale (XVIII, ayuntamiento) y dar un paseo por Largo Caballotti que nos lleve a las plazas Castello e Italia, el palacio de la Frumentaria (fue granero, palacio y, ahora, museo de arte contemporáneo), el Museo G.A. Sanna (arqueología y pinacoteca) o buscar la iglesia de santa Maria di Bètlem (románica y gótica).
La inconfundible silueta de Castelsardo vista desde Valledoria
Nuestro próximo trayecto, en paralelo a un mar en el que es posible tomar un baño, se encamina a Castelsardo (Casteddu Sardu), otro núcleo medieval de calles empinadas, una impactante iglesia-catedral de sant'Antonio Abate (siglos XVI a XVIII) suspendida sobre el acantilado, un castillo… y más playas en dirección a Valledoria, donde desemboca el río Coghinas y se pueden observar aves.
Santa Maria di Tergu
Detalles románicos de la iglesia de Santissima Trinità di Saccargia
Las dos localidades mencionadas sirven de punto de partida de las excursiones por el interior: la iglesia de santa Maria di Tergu (Tergu o Tzelgu, siglo XIII, románico pisano), el pueblo de Nulvi (Nujvi, edificios del XVIII al XX), la iglesia de san Pietro (XV) y los oratorios Santa Croce y del Rosario en Ploaghe (Piaghe), la imprescindible iglesia de Santissima Trinità di Saccargia (XII, románico toscano/pisano, frescos del XIII) a las afueras de Codrogianos (Codronzanu, Codronzanos) o la de sant'Antonio di Salvenero, de menor interés.
Santa Maria del Regno
Adentrándonos más por el territorio, en Ardara (Àldara) está la capilla palatina de santa Maria del Regno (siglo XI, románico pisano, con un magnífico retablo) y, en Ittireddu, la iglesia bizantina de santa Croce (VIII-IX). De regreso, recomiendo la carretera que pasa junto a la basílica de sant'Antioco di Bisarcio (XII, diferentes estilos románicos).
Domus de janas Sa Rocca en Sedini
De menor importancia, y dispersos por Chiaramonti (Tzaramonte, Ciaramònti), son la ermita/iglesia de santa Maria Maddalena (románica), las ruinas de castillo Doria, y la necropolis de Su Murrone. Perfugas (Pèifugas, Pèlfica), además del retablo de san Giorgio (XVI, que no está en la ermita de ese nombre sino en la iglesia de la Madonna degli Angeli) cuenta con el pozzo sacro de Canopoli. En Bulzi (Bultzi) tenemos la posibilidad de ir a la ermita rural de san Pietro delle Immagini (XIII, transición entre el románico y el gótico), mientras que en el centro de Sedini (Séddini) hay algunos ejemplos de Domus de janas Sa Rocca (casas excavadas en la roca) y, en la carretera de vuelta a Castelsardo, la roccia dell'Elefante (curiosidad para turistas por su “semejanza” con un elefante).
Bahía de Porto Puddu.
Siguiendo la ruta costera del norte, salen desvíos a isola Rossa, las playas de Cossi, Rena Maiori, dell’Acula, vall’Alta, el complejo nurágico de Lu Brandali y, en Santa Reparata, entramos en la península del capo Testa, disfrutando de sus calas y los paisajes del valle de la Luna. Desde Santa Teresa di Gallura (Lungone, Lungòni) se sigue por la spiaggia della Marmorata, las calitas del valle dell’Erica… aunque a mí, de este tramo, me gustó la bahía del Porto Puddu (Porto Pollo), con sus aguas cristalinas rodeando un islote y la isola Spargi en el horizonte. Si algo sorprende agradablemente de todo este recorrido es que, sin ser un litoral virgen, se ha evitando la masificación, limitando la altura de las construcciones e integrándolas en el entorno.
El archipiélago de la Maddalena desde la fortaleza de Palau
Unos kilómetros más allá subimos a una fortaleza para obtener una buena panorámica del canal entre el puerto de Palau (Lu Palau) y las islas Maddalena, Stefano y Caprera (esta última fue el lugar de retiro y tumba de Garibaldi), y acabar en el capo d’Orso, otro buen observatorio entre rocas erosionadas por los elementos (allí se asienta la Roccia dell’Orso, “oso” que sólo se ve alejándonos).
El objetivo era Arzachena (Altzaghèna, Alzachèna) para visitar algunas de las mejores “tumbas de gigantes” (Capichera o Coddu Vecciu y Li Lolghi), disfutrar de las playas de la costa Esmeralda, asomarnos al golfo Aranci y a Olbia (Terranòa, Tarranóa), pero un corte de carretera nos obligó a alterar planes, volvimos por Tempio Pausania (Tempiu, ciudad de montaña, con casas y calles enlosadas en piedra) y aplazamos una ruta que, desde allí, continua por el parque marítimo de isola Tavorala-Capo Coda Cavallo, las maravillas del golfo de Orosei y descubrir el sur de Cerdeña.