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Deidades nabateas |
Resulta inconcebible planificar un viaje a Jordania y no tener en mente pasar por el yacimiento arqueológico de Petra (siglo I). Incuso hay quien contrata una extensión desde El Cairo, aterriza en el aeropuerto de Ammán y va directamente allí. En nuestro caso no fue así y fuimos haciendo paradas en el Mar Muerto, el Monte Nebo, Madaba y Al Karak hasta llegar a la localidad de Wadi Musa (وادي موسى).
Nos encaminamos bien temprano hacia el centro de visitantes y descartamos las propuestas de ir a caballo o en calesa. Es preferible ir caminando para no perdernos la Tumba del Obelisco y los tres bloques cuadrados que representan deidades nabateas.
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Siq |
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Fachada del Tesoro |
Después recorremos el kilómetro del famoso desfiladero o Siq, impresionante por las formas y colores de las paredes por las que discurrían canalizaciones de agua.
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Desfiladero de las Fachadas |
Al llegar al final de la garganta, cerraremos los ojos y no los abriremos hasta tener una visión completa de la fachada del Tesoro (uno de los muchos nombres de fantasía que se dio a estructuras de uso desconocido), excavada en la roca rosada que va cambiando de tonalidad según la hora del día.
Petra fue una rica ciudad nabatea, gracias a las caravanas comerciales que unían Asia con el Mediterráneo, y en ella se aprecian influencias asirias, griegas, romanas, egipcias… fusionadas al gusto de los nabateos en un eclecticismo arquitectónico que apreciaremos a lo largo de la calle de las Fachadas que lleva al teatro.
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Conjunto de las Tumbas Reales |
Desde allí podemos ir a las Tumbas Reales (llamadas de la Urna, de la Seda, Corintia y el Palacio), ornadas por las vetas de sedimentos diferentes colores. Otra opción es acercarnos más tarde y continuar por la avenida de las columnas, centro de vida comercial y religiosa del lugar, pasando ante los restos de un gran templo y la única edificación que mantiene en pie sus paredes de 23 m, el Qasr al-Bint al-Pharaun (o castillo de la hija del faraón, seguramente un templo).
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Fachada del Monasterio |
Un camino ascendente (una hora, menos en burro) llega hasta el Monasterio, también excavada en la montaña, con fachada es el doble de alta que la del Tesoro y, desde las inmediaciones, se pueden ver las abruptas montañas que se extienden en el horizonte.
Finalmente, se puede subir al Altar del Sacrificio que sirve de mirador sobre todo el conjunto de Petra.
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Entrada a la Pequeña Petra |
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Recinto de la Pequeña Petra |
La visita a la denominada Pequeña Petra, prescindible y menos impresionante si hemos visitado la original, nos acerca a otro enclave de la cultura nabatea. Desde la explanada de la entrada poco hace sospechar que una pequeña brecha da acceso a un barranco en el que se aprovecharon los ensanches para habilitar viviendas, templos o tumbas. Lo más curioso son algunas pinturas en los techos, de las que no hay restos en el yacimiento principal.
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El desierto de Wadi Rum |
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Formaciones rocosas en el desierto de Wadi Rum |
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Wadi Rum |
Unos kilómentros más al sur comienza el Wadi Rum (Uadi Rum, Wadi Ramm, وادي رم ,وادي القمر), un desierto rocoso
salpicado por negras montañas, bello por s
u sencillez y los cambios de color. Los operadores de viajes organizados, normalmente, nos dan una vuelta en todoterreno para hasta uno de los refugios desde el que Lawrence de Arabia colaboró en las revueltas de los árabes contra los turcos y ofrecen pasar una noche en el desierto, disfrutando de la puesta de sol. No rechacéis comer la especialidad: el cordero enterrado en la arena, dentro de un recipiente, y cocinado al vapor de las brasas (es caro, pero merece la pena). Des de allí, se puede continuar ruta hacia Aqaba, a orillas del mar Rojo, o regresar a Ammán.
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Golfo de Aqaba |
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