Barrios de Amán |
Amán (Ammán, عمّان) es la entrada habitual a Jordania, aunque la visita a la ciudad no es imprescindible. Pese a ser una de las ciudades más antiguas del mundo, los restos arqueológicos son escasos y los lugares con un cierto encanto se limitan a la visión del enjambre de casas ocres encaramadas en las laderas de las colinas y el colorido del zoco.
Desde allí se pueden hacer excursiones a fantásticas ruinas romanas, castillos y caravasares del desierto y servir de punto de partida para hacer un recorrido por el Mar Muerto, Betania, Monte Nebo y Kerak, o llegar a la maravillosa Petra y el desierto de Wadi Rum.
Columnas del templo de Hércules |
¿Qué ver?: En la colina de la Ciudadela (Jabal el-Qal`a, جبل القلعة) hallamos las ruinas de las diferentes civilizaciones que se asentaron en ella: dos columnas romanas del templo de Hércules que pertenecieron a una de las ciudades de la Decápolis llamada Filadelfia (Φιλαδελφια), los cimiento de la iglesia bizantina, la entrada y restos de un palacio Omeya y la sede del pequeño Museo Nacional de Arqueología, donde destacan unas estatuas de 6.500 años y algunos escritos del Mar Muerto de Qumrán.
Gradas del teatro |
El tercer lugar a visitar es el zoco, junto a la mezquita del rey Hussein, un mercado oriental de pequeños comercios.
Sólo para entusiastas: La mezquita del rey Abdallah I, recubierta de azulejos azules, se construyó en la década de los 80.
Totalmente prescindible: El resto de la ciudad está compuesto por barrios residenciales, edificios modernos, centros comerciales… parecidos a los de cualquier ciudad europea.
¿Dónde comer?: En las cercanías del zoco hay puestos y establecimientos de comida local cuyos principales clientes son los jordanos y buena repostería, por lo que no ha de extrañar que en un bar te sirvan una ración de falafel sobre papel y un excelente hummus. En el resto de la ciudad, los laterales de las autovías suelen contar con restaurantes y pastelerías más modernas.