Las Vegas no defrauda los tópicos de ser la capital mundial del juego y un lugar bastante hortera, aunque también es una ciudad dinámica que se reinventa cada día (aunque no sobre los patrones de gusto europeo) y un buen punto de partida para explorar las maravillas del estado de Nevada.
Aunque, sobre el papel, parece estar cerca de Los Ángeles, la realidad es que las distancian son largas y es pereferible comprar un billete de tren o de avión a conducir 400 km.
¿Qué ver?: Las Vegas está enclavada en medio de un desierto, por lo que es conveniente madrugar cada día para disfrutar de algunos de los paisajes naturales más impresionantes de todos los Estados Unidos, como el Gran Cañón del Colorado, el Valle de la Muerte, el Cañón Bryce o el Parque Nacional Zion.
Otros lugares de interés más cercanos son el Cañón Roca Roja, la presa Boulder, el Lago Mead o el Valle de Fuego con sus formaciones volcánicas y ruinas Nativo Americanas.
Sólo para entusiastas: Haciendo honor a su fama, la ciudad cuenta con una serie de museos y exposiciones dedicados a temas bastante frikys y/u horteras: máquinas de pinball y juegos antiguos, carteles de neón, coches, figuras de cera, records Guinness o toda la parafernalia kitsch del pianista Liberace.
Las máquinas y las mesas de juego de los casinos no son el mejor lugar para desaprovechar tu visita a Nevada, ya que en ellos todo está estudiado para retener al cliente en una atmosfera agradable (iluminación, oigenación de las salas, bebidas gratuitas cada cierto tiempo...) y la casa nunca pierde.
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