Ir a sitios interesantes, sin gastar mucho y por tus propios medios es posible. Vive siempre una aventura, en un destino cercano o exótico, porque eso diferencia a un viajero de un turista
Nuestra anterior visita a Escocia se centró en Edinburgh y alrededores, por lo que teníamos pendiente ir a las Highlands (Hielands), Orkney Islands y Shetland Islands, una zona con una historia particular, pues sus habitantes pictos repelieron las invasiones romana y anglosajona, pero los vikingos les exterminaron y mantuvieron esas tierras bajo dominio de la corona danesa hasta el siglo XV. En el imaginario colectivo, se asocia la región con los clanes escoceses y sus tartanes distintivos, lo que es cierto, aunque conviene precisar que era, simple y llanamente, una de las diferentes manifestaciones del sistema feudal en Europa.
Inverness
Saint Andrew
La ciudad más importante, por no decir la única, es Inverness (Innerness, Inbhir Nis) y sus edificios más característicos son neogóticos, un estilo que le da un cierto aire “medieval”. La ausencia de construcciones anteriores al siglo XVIII, más allá de algunas ruinas o restauraciones, es una constante durante todo el recorrido por las Tierras Altas, y se debe a los estragos causados por los enfrentamientos entre clanes, las guerras contra Inglaterra y la posterior prosperidad económica.
Northern Meeting Park
La cathedral of saint Andrew (siglo XIX) se levantó en una de las orillas del río Ness y uno de sus laterales limita con el Northern Meeting Park, donde se celebran las competiciones y exhibiciones de los deportes y el folclore tradicionales escoceses.
Castillo de Inverness
Town House
Desde allí se obtiene una buena vista del castillo (siglo XIX, fue sede del tribunal de justicia) y, cruzando el puente, de las iglesias de saint Mary, Junction Church Centre (saint Columba's High Church), Free Church of Scotland y Old High saint Stephen's Church (campanario del XVI).
Caminando por la High Street se pasa ante el campanario Steeple, la neogótica Town House (siglo XIX, antiguo ayuntamiento) y, en la calle de detrás, se puede entrar al Inverness Museum and Art Gallery (arquelogía, arte...).
El río Ness desemboca en el fiordo Moray Firth y los ingleses construyeron el Fort George (siglo XVIII) en uno de sus extremos para controlar el puerto de Inverness y a los levantiscos escoceses. El objetivo lo consiguieron ejecutando a los jefes rebeldes y gracias a la Revolución Industrial, cuando los terratenientes al frente de los clanes expulsaron a los arrendatarios para substituirlos por rebaños de ovejas y vender la lana a las fábricas textiles. Otros lugares cercanos son Cawdor Castle (XIV, ampliado en el XVII-XVIII), la costa del municipio de Moray (Moireibh o Moireabh), el Brodie Castle (XVI y posteriores) y, un poco más al norte, la cámara prehistórica de Burghead Well, Pluscarden Abbey (XVI, restaurada completamente en el XX) y las ruinas de la catedral de Elgin (XV-XVI).
Cromarty
El otro margen del Moray Firth es la península Black Isle (An t-Eilean Dubh), interesante por el arco natural de Macfarquhar's Bed y, en un fiordo paralelo, el pueblo de Cromarty (Cromba), que conserva los palacetes de Cromarty House (siglo XVIII), Forsyth House, un cottage con techo de paja (la casa de Hugh Miller) y la iglesia de East Kirk (u Old Church).
Invergordon
Cromarty Firth
El centro de la bahía lo ocupan plataformas petrolíferas del Mar del Norte, en proceso de desmontaje/reparación, y barcos que transportan piezas de aerogeneradores marinos, actividades muy importantes para el desarrollo de Invergordon (Inbhir Ghòrdain, An Rubha) y localidades próximas. Pensábamos que los cincuenta grandes depósitos estaban relacionados con la extracción petrolífera, pero resultaron ser parte de una instalación militar para suministrar combustible y agua a los navíos de la Royal Navy durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
El campanario de la Parish Church (siglo XIX) sobresale por encima de los tejados de los edificios y, en escasos metros, se aprecian las grandes diferencias entre las pequeñas casas pareadas para las familias trabajadoras (Joss Street números 15 al 23) y las residencias señoriales (por ejemplo, las de Seabank Road) de la misma época.
Drumnadrochit
Tomamos la carretera en dirección a Dingwall (Inbhir Pheofharain) para dirigirnos a Drumnadrochit (Druim na Drochaid), un pueblo que explota el atractivo turístico del lago y su mitológico monstruo en el Loch Ness Centre & Exhibition y Nessieland, y las ruinas del Urquhart Castle (siglos XIII-XIV, conviene reservar entradas), un castillo en la ribera del lago Ness destruido durante los enfrentamientos entre clanes y las revueltas contra los ingleses del XVII.
Esclusas del Caledonian
Nuestra siguiente parada fue en Fort Augustus (Cille Chuimein), villa nacida a partir de un acuartelamiento militar inglés, por el que pasa el Caledonian Canal (siglo XIX) y tiene esclusas para que los barcos salven el desnivel. La infraestructura conecta Fort William, en la costa occidental, con Inverness, en la oriental, aprovechando los largos y profundos lagos Lochy, Oich, Ness y Dochfour.
Lago Ness
Fort Augustus Abbey
Desde este extremo del Loch Ness se aprecia su estrechez, mientras sus aguas se pierden en un horizonte sin fin. Justo allí, los monjes benedictinos construyeron el monasterio e internado escolar de la Fort Augustus Abbey (siglo XIX, en la actualidad hotel).
Dores
El viaje de vuelta lo hicimos por la carretera situada al sur del lago, también de origen militar y que comunicaba Fort Augustus con Fort George, deteniéndonos en las cascadas Falls of Foyers y la playa de Dores en el lago Ness.
Kirkwall
Catedral de saint Magnus
Mucha gente sube hasta el norte de Escocia para disfrutar de los agrestes paisajes, pero nosotros fuimos directamente a las Orkney Islands (vuelo desde Inverness o transbordador en John o' Groats), salpicadas por granjas aisladas, campos de cultivo y cercados para la cría de ganado bovino, equino y ovino. De Kirkwall (Baile na h-Eaglais o Kirkwaa) recordamos la catedral de Saint Magnus (siglo XII-XIV, estilos románico normando y gótico), los vestigios del palacio episcopal (de la misma época), el Earl's Palace (XVII, renacentista) y The Orkney Museum (Tankerness House, arqueología de la prehistoria, picta y normanda).
Ring of Brodgar
Vivienda prehistórica
Standing Stones
El motivo para hacer un itinerario tan poco habitual era el conjunto megalítico formado por los monolitos de Standing Stones of Stenness, el túmulo funerario de Maeshowe, el Ring of Brodgar y el asentamiento neolítico en Skara Brae (Patrimonio de la Humanidad, 3.000 a.n.e.), considerado el más completo y mejor preservado del norte de Europa. Las viviendas se excavaron en el suelo y forraron con muros de rocas para aislarlas de las inclemencias del tiempo, la habitación principal suele estar rodeada por unas cavidades más pequeñas y, en algunas, se ha encontrado mobiliario de piedra.
Yesnaby Castle
Acantilados de Marwick
Otro de nuestros propósitos, incumplido, consistía en acercarnos a los acantilados de Yesnaby y admirar el impresionante farallón, pero nos tuvimos que conformar con verlo de lejos y pasear por la costa de la reserva natural de Marwick.
Lerwick
La siguiente etapa nos llevó a Lerwick (Liùrabhaig) en las Shetland Islands, un antiguo refugio de pescadores protegido por Fort Charlotte (siglo XVII) que creció gracias al procesado del pescado, por ejemplo la factoría Böd of Gremista (XVII, museo textil), y se ha mantenido gracias al soporte logístico que presta a las plataformas petrolíferas del Mar del Norte.
Los lodberries son almacenes junto al mar dedicados, en el pasado, al comercio marítimo e incluso al contrabando, y si las calles de Kirkwall nos parecieron estrechas, las perpendiculares al mar en Lerwick lo son aún mucho más, una forma de evitar a sus habitantes la exposición a los fuertes y fríos vientos del clima subártico.
Las afueras reservan alguna pequeña sorpresa, como el torreón de la edad de hierro Broch of Clickimin (siglo III a.n.e.) y el cementerio, en una ladera de suave pendiente con vistas al faro de Bressay.
Jarlshof
Los yacimientos arqueológicos de Old Scatness y Jarlshof (desde el 2.500 a.n.e.) se hallan en el sur de la isla y allí se aprecia la evolución de las moradas desde la Prehistoria (similares a las de Skara Brae), pasando por los cimientos de una gran casa comunal normanda u otros medievales. Es curioso comprobar que se intentaron reducir los rigores del tiempo, en el pasado y en el presente, por el mismo procedimiento: agrupando las viviendas en un pequeño espacio.
Cabo y faro de Sumburgh
Finalizamos la ruta en el cercano cabo y faro de Sumburgh, en cuyas escarpadas paredes anidan varias especies de aves, por ejemplo, los frailecillos atlánticos.
Tailandia (ประเทศไทย) comprende una porción del continente asiático y de la península de Malaca, con montañas selváticas al norte, llanuras agrícolas en el centro y kilómetros de costa tropical al sur, por lo que las diferentes tonalidades del agua, el cielo y la vegetación dominan el paisaje e, incluso, compiten por los espacios habitados.
En este territorio surgieron los reinos de Siam y, sobre los sustratos de colonizaciones anteriores y las aportaciones de sus vecinos, practican una escuela de budismo influenciada por el animismo y el hinduismo. Su arte y arquitectura religiosa también son eclécticos, equiparables al barroco occidental (un tanto kitsch en las peores manifestaciones), basado en el uso de dorados, el contraste de colores, las porcelanas esmaltadas y las teselas vidriadas que deslumbra los sentidos y produce secuelas en nuestras fotografías.
El lejano oriente es así, un rompecabezas de culturas, desconocidas para la mayoría, inviable de recorrer en toda una vida y, en nuestro caso, una asignatura pendiente. No era fácil viajar, ni hacerlo por mucho tiempo, cuando se padecen alergias alimentarias y, en esta ocasión, un crucero garantizaba disponer de comidas variadas, aunque limitando nuestra capacidad de movimiento, por lo que tomad estos apuntes como impresiones superficiales sobre el país.
Aprovecharemos una anécdota para explicar cuestiones con las que hay que tener cuidado. Queríamos asistir a un espectáculo de teatro, danzas y música tradicional y, antes de empezar, pasaron un intrigante vídeo pues, sin nombrarlo ni aparecer en pantalla, se hablaba de las infinitas bondades de alguien... hasta que apareció la fotografía del rey, la mitad de la sala se levantó inmediatamente del asiento y los turistas, por si acaso, sólo con unos segundos de retraso. Tailandia es una monarquía constitucional pero su rey y antepasados son, de grado o por fuerza, como dioses, disponen altares con grandes retratos en las calles ante los que se debe guardar respeto, so pena de tener algún disgusto.
Algunas costumbres resultan desagradables para los tailandeses, por ejemplo el contacto físico, muy especialmente si se trata de monjes, y que les toquen la cabeza es una ofensa. Sobra decir que en los recintos sagrados hay que guardar un cierto decoro al vestir (resumiendo: cabeza descubierta, pies descalzos, torso, brazos y piernas tapados) pero insistimos en la advertencia porque la actitud de los extranjeros está en el origen de la imposición de estrictas normas. También veréis infinidad de casas de los espíritus (San Phra Phum) y, naturalmente, no se debe agraviar ni a sus posibles habitantes ni a los que creen en ellos.
Empezamos en Bangkok (Krung Thep Mahanakhon, กรุงเทพมหานคร o กรุงเทพ), en la que pocas construcciones son anteriores a la adquisición de la condición de capital hace tres siglos y los barrios populares están siendo substituidos por rascacielos de apartamentos.
Rattanakosin
La antigua ciudadela de Rattanakosin (เกาะรัตนโกสินทร์) es el corazón espiritual e histórico de Tailandia. Normalmente, se llega a la plaza Sanam Luang (สนามหลวง) y lo primero que se ve es la muralla blanca que rodea el complejo religioso-palaciego.
Uno de los templos de Wat Phra Kaew
Cheewok Komaraphat
El templo del Buda Esmeralda (Wat Phra Kaew, วัดพระแก้ว, del siglo XVIII en adelante) comprende diversos edificios: el santuario de Phra Ubosot (พระอุโบสถ วัดพระศรีรัตนศาสดาราม) que acoge la pequeña imagen de Buda tallada en jade verde (prohibido hacer fotos en el interior), el panteón real en estilo jemer (Prasat Phra Thep Bidon o Dhepbidorn, ปราสาทพระเทพบิดร, XIX), un archivo de textos sagrados (Phra Mondhop, พระมณฑป), la gran estupa dorada (Phra Siratana Chedi, พระศรีรัตนเจดีย์, XIX, siguiendo modelos de Sri Lanka), la biblioteca (Hor Phra Monthian Dharma, หอพระมณเฑียรธรรม, XVIII), capillas (Hor Phra Gandhararat, Phra Wiharn Yod, Hor Phra Rajkoramanusorn, Rajphongsanusorn...), las torres de Phra Asadha Maha, otros chedis, estupas, centenares de representaciones de espíritus mitológicos o guardianes demoníacos, una escultura en honor a Cheewok Komaraphat (médico de buda), una maqueta de Angor Wat... y kilómetros de frescos y murales.
Phra Thinang Chakri Maha Prasat
Phra Maha Montian
Nos hubiéramos quedado allí todo el día pero debíamos dar una vuelta por el exterior del palacio real de Phra Borom Maha Ratcha Wang (พระบรมมหาราชวัง, siglo XVIII-XIX) que ya no es la residencia de los monarcas pero continúa utilizándose para actividades protocolarias y, en su mayor parte, está cerrado al público. Lo primero que nos sale al paso es el Phra Maha Montian (o Monthien, พระมหามณเฑียร, siglo XVIII, arquitectura autóctona), después los jardines ante el gran palacio de Phra Thinang Chakri Maha Prasat (พระที่นั่งจักรีมหาปราสาท, XIX, estructura renacentista occidental y techo tailandés) y, seguramente el mejor, el salón del trono de Phra Thinang Dusit Maha Prasat (พระที่นั่งดุสิตมหาปราสาท, XVIII) que incluye el bello pabellón de Aphorn Phimok Prasat.
Aphorn Phimok Prasat
La visita al santuario y el palacio son imprescindibles, al tratarse de obras maestras en su género, y, opcionalmente, se puede entrar al museo del Templo del Buda de Esmeralda (estatuas y túnicas rituales del Buda), el museo textil Queen Sirikit (ajuar real, batiks...) o, de vuelta a la explanada de Sanam Luang, al museo nacional Wang Na (palacio de teca dedicado al arte e historia tai y asiática) y al Wat Mahathat Yuwaratrangsarit (วัดมหาธาตุยุวราชรังสฤษฎิ์, siglo XIX).
Buda reclinado
Wat Pho
Bordeando los muros laterales del palacio real se llega a Wat Pho (o Wat Phra Chettuphon, วัดโพธิ์, siglos XVII-XIX), al Phra Vihara del Buda reclinado (46 metros recubierta
en pan de oro) y donde se puede practicar el rito de depositar 108
monedas de bronce en los cuencos dispuestos a lo largo de la pared que
está a espaldas de la figura.
En el mismo templo hay cientos de representaciones de buda en un gran claustro, cuatro grandes estupas, muchos pequeños chedis, varias grandes esculturas chinas, los alojamientos de los monjes (sankhawat), escuelas de masajes y medicina tradicional...
Desde el río Chao Phraya (แม่น้ำเจ้าพระยา), en la otra orilla, vemos el emplazamiento de la corte antes de su traslado a Rattanakosin: el palacio real de Phra Rach Wang Derm (Thon Buri, พระราชวังเดิม) y el fuerte Wichaiprasit (Wichayen, ป้อมวิไชยประสิทธิ์).
Wat Arun Ratchawararam
Pero más imponente es la panorámica del único templo de estilo jemer en Bangkok, el del Amanecer o Wat Arun Ratchawararam (o Wat Chaeng, วัดอรุณ), con su gran prang o torre central recubierta de porcelana de colores (siglos XVIII-XIX), rodeada por otras cuatro estructuras más pequeñas dispuestas sobre terrazas que van reduciendo su tamaño.
Palafitos en Chao Phraya
Desde los muelles se puede cruzar en transbordador y, de paso, ir a los cercanos Wat Thai Talat (Wat Molilokkayaram, siglo XVIII) y Wat Kalayanamit (XIX) o navegar por el Chao Phraya surcando algún canal con palafitos de madera sobre el agua, contemplando el palacio real desde el río, algún pequeño wat, el fortín Phra Sumen, el nuevo parlamento (Sappaya-Sapasathan, สัปปายะสภาสถาน, XXI)... También es posible caminar hasta el mercado de las flores (Pak Khlong Talat) o tomar algún transporte hasta el barrio chino y el Wat Traimit con su Buda de oro (XIII, 5.000 kilos y 3 metros de altura) recubierto de estuco hasta que, accidentalmente, se desveló su verdadero valor.
Al este del santuario del Buda Esmeralda está el Wat Suthat Thepwararam (วัดสุทัศนเทพวราราม, siglo XIX) y el columpio gigante (Sao Ching-Cha) en el que los novícios se iniciaban balanceándose hasta los 180º mientras sostenían una bolsa con monedas de oro. No muy lejos tenemos el Wat Ratchanatdaram (วัดราชนัดดาราม, XIX), con la pirámide escalonada Loha Prasat (โลหะปราสาท) cuyas plataformas están cubiertas de pináculos y, una larga punta remata la cúspide. Al otro lado de un canal, sobre la colina artificial de Phu Khao Thong (ภูเขาทอง), se erigió el Wat Saket (Templo del Monte de Oro, วัดสระเกศราชวรมหาวิหาร, XX) una gran estupa dorada que alberga una reliquia de Buda.
Más al norte se haya el Wat Benchamabophit (วัดเบญจมบพิตรดุสิตวนาราม, siglo XIX), construido con mármol de Carrara, el palacio de teca Wimanmek (พระที่นั่งวิมานเมฆ, XX) y, a las afueras, el mercado flotante de Taling Chan (ตลิ่งชั, fines de semana). Al este de Wat Saket, también a considerable distancia, las mayores curiosidades son las casas tradicionales de Suan Pakkad (สวนผักกาด) y del museo Jim Thompson, o el museo y jardines Erawan (พิพิธภัณฑ์ช้างเอราวัณ).
De buena mañana nos dirigimos al palacio de verano Bang Pa-In (พระราชวังบางปะอิน, siglo XIX, a una hora de Bangkok) y, antes de acceder, llama la atención lo que parece ser una iglesia neogótica y, en realidad, es el lugar de culto budista de Wat Niwet Thammaprawat Ratchaworawihan (วัดนิเวศธรรมประวัติราชวรวิหาร) cercano al Saphakhan Ratchaprayun (colonial occidental).
Ya dentro del recinto, a diferencia de la residencia real de la capital, los jardines son amplios, las construcciones son más pequeñas y están más dispersas pero, como allí, su inspiración es diversa como, por ejemplo, un templete jemer (Ho Hem Monthian Thewarat) que nos sale al paso.
Phra Thinang Aisawan Thiphya-art
Warophat Phiman
Más adelante, hay un estanque con el magnífico pabellón Phra Thinang Aisawan Thiphya-art en medio (estilo tailandés), el salón del trono neoclásico Warophat Phiman a la izquierda (Varopat Piman, พระที่นั่งวโรภาษพิมาน), un edificio semicircular a la derecha (Devaraj-Kunlai) y, erigido sobre una elevación, el Uthayan Phumisathian (siglo XX, mansión de inclasificable estilo occidental). Por el lado izquierdo del salón del trono se llega a una barcaza de madera con un interior lujosamente decorado.
Withun Thasana y Thinag Wehart Chamrunt
Phra Thinag Wehart Chamrunt
El contraste es total al sobrepasar el Uthayan Phumisathian, pues ante nosotros aparece la torre de Ho Withun Thasana (หอวิฑูรทัศนา) y la residencia de estilo chino Phra Thinag Wehart Chamrunt (พระที่นั่งเวหาศน์จำรูญ). Los colores amarillo, blanco y rojo predominan en una obra de arte decorada con elaboradas porcelanas, maderas y metales nobles.
El recorrido por la zona quedaría incompleto sin la visita a la capital del reino de Ayutthaya (พระนครศรีอยุธยา, Patrimonio de la Humanidad), situada entre los cauces de varios ríos y atravesada por canales. Esta Venecia oriental fue una de las ciudades más grandes y espectaculares en el sudeste asiático, gracias al comercio con China, la India, los países árabes y europeos, hasta su destrucción en el siglo XVIII en un de las guerras con sus vecinos.
Wihan Phra Mongkhon Bophit
El golpe fue tan brutal que propició el traslado a Thon Buri (palacio Phra Rach Wang Derm) y no quedó ni rastro de los antiguos palacios de madera pero sí de la trama urbana y de muchas muestras de arquitectura jemer cercadas, cuando no invadidas, por la vegetación. Empezaremos el paseo junto al santuario de Wihan Phra Mongkhon Bophit (วิหารพระมงคลบพิตร, siglo XX) alzado en torno a un gran Buda sentado (XVI, restaurado y recubierto de pan de oro).
Phra Sri Sanphet
Estupa del gran templo
A unos pasos se encuentran las ruinas del gran templo ceremonial de la corte, el Wat Phra Sri Sanphet (วัดพระศรีสรรเพชญ์, siglo XV), del que se conservan tres grandes estupas de ladrillo (reconstruidas en el siglo pasado), otras menores, columnas y algunas paredes.
Wat Mahathat
Saliendo de los muros del anterior, a mano derecha, una laguna rodeaba el Wat Phra Ram (siglo XIV) con su característica prang jemer. Caminando unos minutos se llega al Museo Chao Sam Phraya (piezas halladas en el yacimiento y recreaciones) o al Wat Thammikarat (prescindible, aunque tiene unos curiosos leones). Desde éste último, hacia la derecha, se va al Wat Ratchaburana (วัดราชบูรณะ, XV) con otra torre semejante a la de Phra Ram y, justo enfrente, al Wat Mahathat (วัดมหาธาตุ พระนครศรีอยุธยา, siglo XIV) donde aún se ven las esculturas de los budas decapitadas tras la invasión. Un árbol creció en torno a una de cabeza de Buddha, convertida en la principal atracción y custodiada por un vigilante.
Chedi en Yai Chai Mongkon
Templo de Wat Yai Chai Mongkon
En confluencia del río Chao Phraya con el Pa Sak se reerigió el Wat Phanan Choeng (วัดพนัญเชิง, siglo XIX) con otro buda sentado (XIV) y, a unos 20 minutos el monasterio budista de Wat Yai Chai Mongkon (anteriormente Wat Pakaew, วัดใหญ่ชัยมงคล, XIII y XVI), con una gran chedi (XVI) a la que se puede subir, capillas y muchas esculturas, una de ellas de un Buda recostado.
Remontando el río Chao Phraya, tenemos el Wat Phutthai Sawan (วัดพุทไธศวรรย์, origen en el siglo XIV) con una torre blanca, el Wat Chai Watthanaram (วัดไชยวัฒนาราม, XVI) otro magnifico ejemplo del estilo jemer con un alta torre central flanqueada por otras 8 más pequeñas y, en la otra orilla, la estupa Phra Chedi Si Suriyothai conmemora la gesta de una reina que murió en combate a lomos de un elefante.
Sin más dilación, nos dirigimos a la costa pasando por la planicie de arrozales, que debe ser preciosa antes de la cosecha (nosotros fuimos en la estación seca), y embarcamos en el crucero.
La primera escala fue en Sihanoukville, Camboya (o Kampong Som, ក្រុងព្រះសីហនុ, ព្រះរាជាណាចក្រកម្ពុជា), un país que encadenó la invasión japonesa con la lucha anticolonial, fue campo de batalla secundario durante la guerra de Vietnam, padeció una dictadura genocida, la invasión vietnamita para derrocarla, guerrillas... 60 años de conflictos ininterrumpidos que han dejado una profunda huella. Para haceros una idea general de la penuria, el control de pasaportes lo hizo toda la policía de la región que, aprovechando la ocasión, desayunó en el bufé.
La ciudad y la línea de costa se reurbaniza a marchas forzadas y el modelo escogido, o no han tenido más remedio que aceptar, es el de multitud de grandes hoteles y casinos orientados al turismo asiático que contrastan con unas amplias avenidas sin asfaltar, unas aceras que desaparecen en algunos tramos y obras a medio terminar o definitivamente abandonadas.
En ningún momento tuvimos sensación de inseguridad y, aunque era posible movernos por nuestra cuenta, no lo hicimos por las dificultades de comunicación e ignorar si había infraestructura para hacerlo. Nada más bajar del barco, aparecen las consecuenicas de comercializar toneladas de embases de plástico de un solo uso en un sitio donde la basura no se recoge. Los deshechos se amontonan, se les prende fuego y, si la falta de agua potable y las enfermedades que conlleva no era suficiente, contaminan las fuentes, tierras y animales.
Barco pesquero en Tomnub Rolork
Ahumado de pescado
Con estos antecedentes, no extrañará que el puerto pesquero de Tomnub Rolork sean unos palafitos sin los más mínimos servicios para sus numerosos moradores, la flota unas embarcaciones vetustas de madera y las condiciones de limpieza-ahumado del pescado y crustáceos muy penosas. Dicho ésto, tampoco hay que hacer mucho caso al asco que manifiestan algunos viajeros, pues el olor es soportable, las moscas no son más numerosas que aquí (al menos hasta hace unos años) y también tenemos barrios de chabolas o temporeros malviviendo en condiciones semejantes.
Templo de Wat Leu
Estupa
La excursión prosiguió hacia la colina coronada por el Wat Leu (វត្តលើ). La arquitectura jemer tuvo su origen en Camboya pero este templo budista es como los tailandeses modernos, las pinturas son más naif, hay estupas (o tumbas, no nos quedó muy claro), esculturas y monos salvajes. Estos pequeños espacios de culto ofrecen una visión más cotidiana de la vida monacal pues, cuando llegamos, estaban preparando comida para los pobres y pintorescas escenas de picaresca. Unos viajeros no quisieron dar dinero a unos niños pedigüeños, lo que está muy bien para no incentivar el abandono escolar, y por compasión les compraron unas chucherías a un vendedor ambulante que, casualmente pasaba por allí. En cuanto se dieron la vuelta, los chiquillos devolvieron el producto al que, seguramente, era un familiar.
Wat Kraom
Tejado de Wat Kraom
Otro santuario de la ciudad es Wat Kraom (Utynieng o IntNhean, វត្តឥន្ទញ្ញាណ) consagrado a Yeay Mao, una heroína camboyana que ha entrado en el panteón budista. El cuerpo principal está terminado pero una escalinata con hileras de figuras a ambos lados y otras instalaciones están en diferentes fases de construcción.
Mercado Phsar Lurh
En el centro urbano destaca el mercado de Phsar Lurh con puestos de frutas y verduras, pequeños talleres, pescaderías y, la parte más dura, las carnicerías en las que los animales esperan vivos a que un cliente los escoja.
Playa Ochheuteal
Después, paramos ante el Golden Lion (siglo XX, típico arte de rotonda) y en la playa Ochheuteal, anunciada, sin rubor, como la mejor playa del mundo. Una curiosidad es que la gente se baña vestida, bien por pudor bien porque la piel morena es sinónimo de pobreza y desarrollar trabajos agrícolas o al aire libre.
La única alternativa a Sihanoukville es ir al parque natural Preah Sihanouk Ream (ឧទ្យានជាតិរាម), una reserva marítimo-terrestre formada por bosques de manglares y selva.
La navegación por el golfo de Siam nos dejó dos visiones: los pesqueros faenando por la noche iluminados por grades focos y un problema del que hemos hablado antes, millones de botellas de plástico provenientes de las costas de Camboya, Tailandia, Vietnam y, quien sabe, si incluso de países más lejanos.
Ko Samui
Nos levantamos al amanecer y vislumbramos un brumoso cerro rodeado de selva en la isla tailandesa de Ko Samui (Koh Samui, Koh Sam, เกาะสมุย). Tiene aeropuerto y otro en el continente (Surat Thani) operado por compañías de bajo coste, desde el que se coge un autobús hasta el ferry para Samui.
La ciudad principal es Nathon (หน้าทอน), situada en la en la costa oeste, la zona más agreste de la isla. Lo más relevante es el Wat Hainan (siglo XIX, arquitectura de inspiración china) protegido por la escultura de un guerrero.
Gran Buda
Wat Phra Yai Ko Fan
De allí parte una carretera que circunvala toda la isla transitando, en el norte, por las playas de Mae Nam y Bophut. Más adelante hay un islote unido a tierra donde se alza el templo de Wat Phra Yai Ko Fan (วัดพระใหญ่เกาะฟาน, siglo XX) y la estatua del Gran Buda. A determinadas horas, los devotos llevan sus ofrendas un pabellón abierto, junto a las escaleras que suben a la plataforma del Buda, decorado con interesantes pinturas al fondo.
Templo en Wat Plai Laem
Recinto de Wat Plai Laem
Hotei
Guanyin
A escasa distancia se halla Wat Plai Laem (วัดปลายแหลม, siglo XX), con bellas edificaciones de tejados superpuestos al gusto local y, en un lago, el santuario de Guanyin (Avalokiteśvara bodhisattva), deidad de la misericordia y de la compasión reconocible por sus 18 brazos, rodeado por cuatro templetes dedicados a Ganesha, Vishnu, Shiva y Sakka. La otra gran figura que destaca en la laguna es Hotei (Budai, Butai, Putai, Miluo Fo...) un monje de la tradición budista china.
Cruzando la península está la pequeña playa de Choeng Mon y, descendiendo por el oeste, Chaweng (หาดเฉวง), localidad turística por excelencia, desde donde se suceden las playas de arena blanca hasta Lamai (คลองละไม). Un oratorio próximo al Amphoe Stadium acoge una piedra con cuatro huellas superpuestas de Buda y, como premio adicional, unas vistas espectaculares de la isla.
Sólo si os quedáis un tiempo, y tenéis mucho interés, podéis ir a la pagoda Wat Laem Sor (วัดพระเจดีย์แหลมสอ) en el extremo de la isla o, hacia el interior, el Wat Khunaram (Phra Wihan Luang Por Daeng, วัดคุณาราม, พระวิหารหลวงพ่อแเดง) con la morbosa momia del monje Luang Por Daeng. Más interesantes parecen las cascadas del parque natural de Na Namuang (น้ำตกหน้าเมือง, aunque estamos en desacuerdo con los espectáculos y paseos en elefante), el Secret Buddha Garden (siglo XX) creado por un agricultor en las recónditas colinas del interior y difícil de localizar, el parque marino de Mu Ko Ang Thong (อุทยานแห่งชาติหมู่เกาะอ่างทอง) en un archipiélago de islotes con una barrera de coral, el lago de aguas color esmeralda de la isla de Ko Mae Koh (เกาะแม่เกาะ) o las playas de la isla de Ko Pha Ngan (Koh Phangan, เกาะพะงัน).
Atravesamos el estrecho de Singapur que separa el golfo de Siam en el océano Pacífico del mar de Andamán en el Índico y, aunque bajamos a tierra, preferimos dejar nuestras recomendaciones para otra entrada que escribiremos más adelante.
Phuket
Mercados de Tailandia
Phuket (ภูเก็ต) fue el punto final de nuestro viaje, una montañosa isla de Tailandia unida al istmo de Kra por una carretera. El centro histórico de la ciudad del mismo nombre está alejado del puerto y, entre todo el tinglado montado en torno al negocio del turismo, aún se ven muestras de la arquitectura ecléctica desarrollada durante el auge del comercio del estaño: las casas-tienda (estilo chino-portugués) y las mansiones (chino-colonial), así como los habituales templos como el de Wat Mongkol Nimit (Wat Klang o Wat Krang, วัดมงคลนิมิตร, siglo XIX), el de Jui Tui Shrine (ศาลเจ้าจุ้ยตุ่ย, XX) y los mercados populares. Fuera del centro hay un jardín botánico con orquídeas, nenúfares, cactus, palmeras... por si os apetece conocer la diversidad vegetal de Asia.
Escultura de un monje
Templo en Wat Chalong
De camino al sur, hacemos un alto en el monasterio de Wat Chalong (o Wat Chaiyathararam, วัดฉลองหรือวัดไชยธาราราม, siglo XIX) el más importante, tanto desde el punto religioso y artístico de Phuket. Una de las construcciones alberga las estatuas de tres monjes, sobre las que los devotos superponen capas de pan de oro, y que son veneradas por diferentes motivos: dos de ellos por sus conocimientos sobre hierbas medicinales y otra, la del abad Luang Pho Cham, aparentemente por el poder sanador de su bastón aunque, siendo malpensados, parece una metáfora de su contribución para aplastar la rebelión de los culis chinos que trabajaban en las minas.
De otros edificios no hemos encontrado información sobre su función pero sí del Phra Mahathat Chedi que es el verdadero epicentro del conjunto. La pagoda de tres plantas, aparte de esculturas y pinturas, conserva un fragmento de hueso de Buda.
Desde Wat Chalong se ve un Gran Buda (Phra Phutta Ming Mongkol Akenakiri, พระพุทธมิ่งมงคลเอกเนาคคีรี, siglo XX) de mármol blanco en la cima de una colina.
Santuario Phra Phrom
Vistas desde Laem Promthep
El cabo Laem Promthep (o Laem Chao, แหลมพรหมเทพ) se sitúa en el extremo meridional y es muy popular por sus puestas de sol. También hay un santuario Phra Phrom, una manifestación de Brahma con su características cuatro caras rodeado por un círculo de figuras de elefantes, animal sagrado y símbolo de la realeza del país.
Regresando por la carretera que bordea el litoral occidental de la isla se suceden las playas de Nai Harn (หาดในหาน, una de las mejor preservadas), Kata (หาดกะตะ), Hat Karon (หาดกะรน), Patong (ตำบลป่าตอง, una población demasiado bulliciosa), Hat Kamala (หาดกมลา), Bang Tao (หาดบางเทา)... Desde cualquiera de estas dos últimas, se puede ir al Wat Phra Thong (o Wat Phra Phud, วัดพระทอง), en cuyo interior hay una estatua dorada de Buda, enterrada de cintura para abajo, o al parque natural de Khao Phra Thaeo (Khao Phala, เขาพารา), la mayor masa de selva virgen de Phuket.
Bahía de Phang Nga
Y dejamos lo mejor para el final: la bahía de Phang Nga (อ่าวพังงา) que nos ofrecía varias opciones. Habíamos oído que el archipiélago de Phi Phi (หมู่เกาะพีพี) era un destino muy masificado y la playa más famosa de Ko Phi Phi Lee (o Khao Phi Phi Ley, เกาะพีพีเล), Maya Bay (อ่าวมาหยา), estaba cerrada al público por la desastrosa presión turística. Otra posibilidad era Khao Phing Kan (o Ko Ping Ghan, เขาพิงกัน ) y el farallón de Khao Tapu (o Ko Ta Pu, เกาะตาปู), pero desechamos la idea por parecidos motivos.
Cueva de Ko Panak
Finalmente nos decidimos por una salida en barco con paisajes muy similares a los de esos cinematográficos lugares y menos trillada. Salimos del puerto y navegamos, tranquilamente, hasta la isla de Ko Panak (เกาะพนัก), montamos en canoas y entramos en una cueva que terminaba ante una pared. Las aguas se iluminaban con un color verde esmeralda por la luz que entraba a través de una hendidura submarina que comunica con un lago interior. Las estalactitas y estalagmitas no son nada del otro mundo y los murciélagos, que dan nombre a la gruta, ni los vimos, ocupados como estábamos en agachar el cuerpo para no dar con la cabeza en el techo.
Ko Hong
A poca distancia hay un grupo de islas más pequeñas y, visualmente, más espectaculares entre las que destaca Ko Hong (เกาะห้อง), con unos formidables acantilados perpendiculares al mar y, otra vez en el bote, entramos por una apertura y seguimos por un laberinto en el que se alternaban tramos a cielo abierto de cuyas paredes colgaba o se elevaba vegetación, con estrechas cavernas por las que sólo pasaba una barca y, otra vez, había que esconder la cabeza.
Peñón en Ko Hong
En
un momento dado, tuvimos un final de excursión inesperado pues salimos a
una bahía en la que un alto peñón surgía del agua en medio de la
estrecha garganta por la que se salía a aguas abiertas.
Phang Nga
Y ésta es la mejor manera de acabar la visita a Tailandia, dejando para otra entrada el capítulo de nuestra experiencia en Malasia.