En esta ocasión os propongo que os acerquéis a los espacios naturales, pueblos, castillos, iglesias y playas del lago Garda, uno de los mayores de la Europa meridional que, por su origen glacial, se asemeja a un fiordo escandinavo en el norte mientras que el sur se ensancha y recuerda la costa mediterránea. Al seguir el contorno de su litoral, compartido por la Lombardía, el Véneto y Trentino-Alto Adige, se nos muestra lo primordial pero, también, produce la sensación de que queda mucho por descubrir en los valles y sierras limítrofes.
Acantilados y montañas en el Lago di Garda |
Es uno de esos destinos en los que no casa bien disponer de poco tiempo y querer utilizar el transporte público. Si es vuestro caso, es preferible que os limitéis a planificar un recorrido que no vaya más allá de, por ejemplo, la imprescindible visita a Sirmione y algún otro lugar que os atraiga. Dedicando varios días, y cambiando de alojamiento, es posible combinar trayectos en autobús y/o barco para llegar a todas las escalas de la ribera.
El tren y los autocares de línea van de Desenzano o Peschiera a Brescia, Bérgamo, Milán, la cercana Verona e, incluso, a Venecia, ciudades que no os defraudarán. Y, en una escapada larga, recomiento la ruta por el sur de Lombardía y el norte de Emilia-Romagna o en dirección a los Dolomitas, el Tirol e Innsbruck.
Por empezar por algún sitio, lo haremos en Desenzano del Garda y su plaza Giuseppe Malvezzi, emplazamiento del pequeño puerto y el palazzo Todeschini. En un extremo hallamos los restos de una villa romana (siglo IV, mosaicos) y, en el contrario, el museo arqueológico Giovanni Rambotti (prehistoria) en lo que fue el monasterio del Carmine (XV) y el claustro di santa Maria de Senioribus (XVI). El castillo (XV, reconstruido) tiene escaso valor monumental pero sí como mirador, igual que la terraza de la torre de san Martino (XIX), aunque ésta esté demasiado a las afueras para que merezca la pena acercarse.
Volvemos al muelle para embarcar durante media hora rumbo a Sirmione, en una estrecha y alargada península con el acceso terrestre cerrado por el castillo (siglo XIII) y la gran villa romana de la Grotte di Catullo (I de nuestra era) en el cabo. Desde el yacimiento se baja a la bonita playa Giamaica y, caminando de vuelta por la spiaggia lido Galeazzi, llegamos a la iglesia de santa Maria Maggiore (XV). En la orilla occidental, la punta Staffalo, hay más playas y en el centro de esta parte del istmo se alza la iglesia de san Pietro in Mavino.
Puente de entrada a la ciudadela fortificada Peschiera del Garda |
Si no podemos ir en transbordador de Sirmione a Peschiera del Garda (difícil o imposible, en temporada baja) al menos tenemos frecuentes autobuses que nos dejan en la entrada a la ciudadela fortificada (XVI al XIX). Lo que hoy nos parecen pintorescos canales y un puerto, fueron murallas, fosos y amparo de embarcaciones militares austrohúngaras. El edificio del ayuntamiento fue un arsenal veneciano, el Museo della Palazzina Storica la residencia del gobernador militar…
San Nicolo, Dogana y puerto |
Iglesia de san Severo |
A pie de la carretera por la que se entra en Bardolino vemos la iglesia de san Severo (siglos IX a XII, frescos del XIII) y, muy cerca, la de san Zeno (IX) de exterior menos llamativo pero representativa del periodo carolingio. Las calles, de cuidadas moradas, descienden suavemente hacia la laguna, gozándose de la mejor panorámica desde la punta Cornicello.
Pasamos de largo la localidad de Garda, aunque existe la posibilidad de ojear los palacios dei Capitani (XIV, gótico-veneciano) y el Fregoso (XVI), porque creo que es mejor dedicar un rato a la punta san Vigilio, divisando en la lejanía la isla Borghese y apreciar como las riberas del lago se aproximan.
Barcas en el puerto de Torri del Bénaco |
En Torri del Bénaco, la plaza Calderini, el puerto pesquero, la iglesia de la Santissima Trinità y el castillo (siglo XIV, museo etnográfico) componen una bonita estampa. Algunas de las viviendas particulares de los alrededores son, para mi gusto, de las más pintorescas del circuito, pues tienen el encanto de ser vividas y cierto cuidado abandono.
Castillo de Malcesine |
Por el contrario, cuando las callejuelas de pronunciada pendiente de Malcesine se masifican de visitantes pierden mucho. Este inconveniente se compensa contemplando los acantilados, el que sirve de sustento al castillo (museo de historia natural) o los que tenemos enfrente, y el palazzo dei Capitani (siglo XV, gótico veneciano).
Orilla del lago en Riva del Garda |
Unos kilómetros más adelante está Torbole y, una vez allí, la mejor propuesta que se me ocurre es pasear por el margen de las aguas hasta Riva del Garda disfrutando de un paisaje de escarpadas montañas, tal y como anticipé al inicio de esta reseña. Ya en el pueblo no dejéis de cruzar por las plazas Catena y 3 Novembre, localización de los palacios Pretorio (siglo XIV) y Municipale (XV, ampliado en el XIX), la torre Apponale (XIII-XVI), para seguir con destino a la fortaleza de la Rocca (XII-XIV, museo del Alto Garda) o a la iglesia dell’Inviolata (XVII). Internándonos en los montes próximos, dos lugares son interesantes por méritos propios y la perspectiva que nos ofrecen: las ruinas del Bastione (XVI) y la cascada del Varone.
Hay que saber que, si regresamos en coche por la carretera occidental, el tramo inicial es un larguísimo túnel de carril estrecho. La población de Limone sul Garda sirve de atalaya sobre la orilla que hicimos a la ida y, a partir de Gargnano, la calzada se normaliza pero no encontramos monumento digno de mención hasta Toscolano-Maderno, con su iglesia de sant'Andrea (siglo XII, románico lombardo) o Gardone Riviera, aunque tenga mis dudas sobre si merece ese calificativo la ciudad jardín del Vittoriale degli italiani. Con el municipio de Salò me pasa algo parecido, no me gustó el aire decadente y señorial de la catedral inacabada, la fría reconstrucción del palazzo del Podestà o del Capitano (XVI, sede del ayuntamiento), el palacio Coen (museo arqueológico, centrado en la época clásica) ni, causo una impresión especial, las villas y palacetes.
En San Felice del Benàco destaca el interior de la iglesia del Carmine (siglo XV, gótico lombardo) y, en Portese, la de san Fermo (XV) frente a la isola Borghese (XIX, propiedad privada) y su palacio de fantasía neogótica. El otro de extremo de la bahía es la rocca di Manerba, punto de observación sobre Sirmione y la costa sur, antes de despedirnos del lago Garda visitando los castillos medievales de Moniga y de Padenghe.
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