Las
ciudades que nunca han sido centros de poder difícilmente pueden
ofrecer al visitante los vestigios de un pasado esplendoroso y, en el
caso de Dublín (Baile Átha Cliath), se cumple. Tampoco cuenta con lugares pintorescos y
la mayoría de los recomendados por las guías turísticas están
ligados a la historia y tradiciones irlandesas, muy importantes para
sus habitantes pero desconocidas para la mayoría de los viajeros.
Esas
carencias quedan compensadas por la tranquilad de una capital acogedora, que merece la pena ser descubierta. Además, sirve de
alojamiento durante las excursiones por la provincia de Leinster y es uno de los puntos de partida hacia la de Munster.
Castillo de Dublín |
¿Qué
ver?: Si
damos un paseo panorámico por la zona más interesante de la ciudad,
la situada al sur del río Liffey, encontramos el
denominado castillo de Dublín,
pese
a tratarse de un edificio administrativo (siglo XVII) que sólo
conserva una torre de la fortaleza primitiva, y, justo al lado, el
City Hall (Ayuntamiento
de Dublín, de estilo neoclásico).
Desde
allí podemos ver el exterior de la Christ
Church Cathedral
(neogótica por las sucesivas reparaciones y reconstrucciones del
siglo XIX) y su gran cripta del
siglo XII, para después acercarnos a St.
Audoen's Church
(siglo XII, con restos de ampliaciones posteriores), exteriormente
menos impresionante que la anterior pero más hermosa.
Catedral de st. Patrick's |
Siguiendo
la ruta, nos acercamos a st. Patrick's Cathedral (siglo XIII
y torre del XIV) para adentrarnos después en el Temple Bar,
el barrio de los pubs i restaurantes. Antes
de abandonar esta parte de la ciudad se puede ver la estatua de
Molly Malone en Grafton
Street, una vendedora
ambulante que inspiró una canción, y cruzar el río por el antiguo
puente de peaje
Ha'penny Bridge.
Locales típicos del barrio del Temple |
Sólo
para entusiastas: Aunque el
recorrido anterior nos permite conocer los monumentos más conocidos
de Dublín, entre las siguientes propuesta encontraremos algunos
lugares tanto o más interesantes para visitar.
El
Trinity College (siglos
XVII a XIX) es la universidad más importante del país, construida
siguiendo el modelo de las británicas, donde destaca la sala
principal de la Biblioteca o Long Room
y el Libro de Kells (manuscrito iluminado del
siglo IX). Muy cerca, en el National Museum of Ireland de
arqueología encontraremos piezas relacionadas con la vida
prehistórica en la isla y, algo que no es habitual en otras
instituciones, una interesante colección vikinga.
Otras
espacios museísticos son el Irish
Museum of Modern Art y
la
National Gallery of Ireland (respectivamente
arte contemporáneo y colección de obras europeas e irlandesas, con
algunas pequeñas joyas), así como el Writers
Museum,
pues no hay que olvidar que la literatura inglesa cuenta con una
importante representación de escritores de origen irlandés.
El
Bloomsday es un recorrido por el itinerario que siguió el
protagonista del libro Ulises de Joyce.
La
antigua cárcel de Kilmainham
(finales del siglo XVIII) fue prisión de muchos de los irlandeses
que para no morir durante la hambruna delinquían para
ingresar allí o de los implicados en la lucha por la independencia
de Irlanda.
Totalmente
prescindible: Si ya se han visitado otras fábricas de cerveza no
es necesario recorrer la de Guinness,
a no ser que se sea entusiasta de esa marca.
Lo
más friki y/o
kitsch:
Pese a ser la tierra de los cuentos de leprechauns y hadas, tréboles
de la suerte y leyendas sobre san Patricio, lo más horroroso y
espeluznante es el Viking Splash Tours, un vehículo anfibio cargado
de turistas con cascos vikingos de plástico.
En
otro orden de cosas la frase “Luck of the Irish” (la suerte de
los irlandeses), que acompaña a miles de recuerdos para turistas,
sólo puede ser una muestra de humor negro: después de cientos de
años de opresión, discriminación, hambrunas, emigración,
guerras... y ahora crisis, no se recuerda un momento afortunado en su
historia.