Cuando no cuentas con tiempo, ni dinero, suficiente para recorrer todos los prodigios de la naturaleza en Argentina, es el momento de decidir las prioridades. Opté por arriesgarme sólo en una elección, persiguiendo nombres evocadores, y jugar sobre seguro en el resto de lugares apostador por dos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad. Preparemos el equipaje con previsión, porque empezamos en un clima subpolar oceánico (gélido todo el año), pasaremos a una meseta fría y seca y acabaremos en una bochornosa zona subtropical. Dicho ésto, los tres destinos tienen servicios turísticos de calidad y sus aeropuertos están interconectados, excepto por un corto transbordo en Buenos Aires, antes de coger el avión a Iguazú.
|
El canal Beagle |
Volamos a la isla Grande de Tierra de Fuego y aterrizamos en Ushuaia, encajonada entre las montañas la “cola” austral de los Andes y el canal Beagle. Con poco más de 100 años, la ciudad fue uno de los últimos rincones del planeta en ser colonizados, pero las calles llenas de viajeros de todo el mundo desmienten que hoy sea la última frontera a descubrir.
|
Una casa típica de los colonos |
|
Pabellón del Penal de Ushuaia |
|
Vista del centreo de Ushuaia |
Muchas de las viviendas de madera y chapa de los pioneros ahora son tiendas y restaurantes y la casa Beban, encargada por catálogo, un centro cultural. Las exposiciones del Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia muestran la dura existencia de los pobladores indígenas (selknam u onas, haush, yámanas y kawésqar), el día a día de los reclusos en la colonia penitenciaria, la aventura de la exploración de la Antártida, una reconstrucción del faro de san Juan de Salvamento…
|
Bahía Lapataia en el Parque Natural Tierra de Fuego |
|
|
|
Lago Roca |
|
Valle del río Pipo |
Desde allí iban a trabajar los presos en las plataformas de un pequeño ferrocarril, muy distintas a los cómodos vagones del nuevo Tren del fin del Mundo que se adentra en el valle del río Pipo, un bello paraje donde se ven los tocones de los árboles cortados por los condenados. Esa cuenca, junto con el lago Roca, y las bahías Ensenada y Lapataia (restos de ocupación indígena) son espacios del Parque Nacional de Tierra de Fuego abiertos al senderismo.
|
El faro Les Eclaireurs |
|
Lobos marinos |
Varios barcos navegan el canal Beagle u Onashaga con destino a los islotes de las colonias de lobos marinos, el faro de Les Éclaireurs y las pingüineras. Para ahorrar fuerzas, convendría valorar si merece la pena subir a Martial, glaciar de circo en retroceso y desprovisto de nieve fuera de la temporada invernal, o a los lagos Fagnano (Kami o Khamiy) y Escondido, evitándonos así kilómetros de carretera.
|
Sistemas fluviales de la Patagonia |
Salimos hacia nuestra etapa en la Patagonia y, a primera vista, no responde a la tópica imagen de inmensa llanura, poblada por rebaños de miles de ovejas y la cordillera de los Andes de fondo, pues es más desierto que pradera, desapareció el ganado e, inesperadamente, tiene grandes lagos de aguas lechosas.
La historia de Calafate comienza a principios del siglo XX y se desarrolló en paralelo a la promoción como puerta de acceso al Parque Nacional de los Glaciares, una extensa reserva natural que abarca el lago y el glaciar Viedma, llega al Chaltén y limita con las Torres del Paine en Chile. Después de espiar la cara de los turistas a su regreso, recomiendo renunciar a los agotadores viajes de un solo día y, si de verdad se quiere practicar senderismo, prolongar la estancia unos días disfrutando de los alrededores del Fitz Roy (o cerro Chaltén) o de las montañas chilenas.
|
Morrena frontal del Perito Moreno |
|
Circo del glaciar Perito Moreno |
El espectacular Perito Moreno es la atracción principal, al alcance de todos gracias a los autobuses públicos o las excursiones organizadas. Una breve caminata por el bosque andino ofrece las imponentes panorámicas del circo, la lengua y de la morrena frontal atravesando el lago Argentino, y los tonos blancos y azules eléctricos, casi transparentes, de este glaciar.
|
Pared lateral del Perito Moreno |
La mayoría de la gente suele completar la experiencia embarcando, en una breve singladura, rumbo a la pared de hielo. Menos habitual, por el precio y la duración, es partir del puerto de Punta Bandera y, navegando, bordear los glaciares Upsala, Agassiz, Onelli y Spegazzini. Nunca me he puesto unos crampones y descarté el “trekking en el glaciar”, porque me pareció una excusa para una foto hortera encima del Perito Moreno.
|
Laguna Nimez |
|
Árbol fosilizado |
De vuelta a Calafate, nos aguardan diversas propuestas, por ejemplo, dar un paseo rodeando la laguna Nimez observando las aves autóctonas, ir al Centro de Interpretación Histórica (historia natural y colección paleontológica) o al Glaciarium (museo del hielo y los glaciares). En las proximidades se hallan pinturas rupestres en Punta Walichu o Gualichu (4000 años), alguna granja rememora la cría y esquila de ovejas y los barrancos erosionados en las próximidades de la Leona, donde vi huesos de dinosaurios y árboles fosilizados y, con suerte y de lejos, guanacos o ñandúes.
|
Depresión erosionada por el agua y el viento |
|
Vista aérea de las cataratas |
Ya escribí sobre el delta del Paraná y, ahora, dirigimos nuestros pasos al tramo que establece la línea divisoria entre Argentina, Brasil y Paraguay, la Triple Frontera (o Tríplice Fronteira). Durante la última parte del vuelo prestaremos atención al río y a la columna de vapor surgiendo de la selva, un anticipo de magnitud de las cataratas de Iguazú.
Tras el aterrizaje, es indiferente alojarse en las impersonales Foz do Iguaçu o Puerto Iguazú. Sólo me detendré en decir que, quien no haya contratado un paquete turístico, tiene la opción de trasladarse en transporte público, provistos de impermeable y ropa de repuesto en la mochila y el pasaporte para cruzar las aduanas. También posibilitan desplazarse a Presidente Franco, haciendo una extensión a los Saltos del Monday, o Ciudad del Este (una zona franca libre de impuestos).
En la orilla argentina del Parque Natural de Iguazú, un pequeño ferrocarril lleva al itinerario superior y, andando por los puentes, nos sobrecogerá la caída de la Garganta del Diablo, la más caudalosa. Aunque se trate de un área selvática, normalmente, sólo encontraremos inofensivas y coloridas mariposas, agresivos coatíes y, estando atentos, tal vez tortugas, lagartos e incluso serpientes.
|
Garganta del Diablo y Salto san Martín |
|
Línea de cascadas secundarias |
|
Garganta del Diablo |
Volviendo en tren a la parada intermedia, los circuitos permiten observar las cascadas a diversos niveles, siendo imperdonable olvidar el inferior, que regala al excursionista el bello paisaje del salto san Martín y la Garganta del Diablo. Un sendero al pie del lecho fluvial, más abrupto, discurre en dirección al embarcadero, pero no lo seguí con la intención de montar en las lanchas de goma (demasiada descarga de adrenalina) sino para apreciar el conjunto desde esa perspectiva.
|
Las cascadas de la orilla argentina vistas desde el el Paque de Iguaçu (Brasil) |
|
Pasarela ante la Garganta do Diabo |
Justo enfrente está el Parque de Iguaçu brasileño, comparable en importancia al anterior, porque un mirador brinda la visión de toda la herradura de cascadas y balcones del lado argentino. Un único camino acerca a la pasarela, que cruza ante el primer salto de la Garganta do Diabo, y asciende a una terraza en el punto desde el que se precipita el agua.
|
Pasarela en Iguaçu |
Y aquellas personas que echen en falta algo de arquitectura en la ruta, pueden proseguir la aventura hasta las reducciones guaraníes, en lo que fuera un experimento que aunaba evangelización religiosa, autarquía económica y gobierno de las comunidades nativas bajo la tutela de los jesuitas (siglos XVII y XVIII). Perduran las ruinas de las misiones de san Ignacio Miní, Jesús de Tavarangué, la Santísima Trinidad, nuestra señora de Loreto, santa Ana, descendiendo por el curso del Paraná, santa María la Mayor, en la ribera del río Uruguay, y são Miguel das Missões, internándonos en tierras brasileñas.